BENDIGAMOS EL TRABAJO


 

Queridos amigos y compañeros mis mejores deseos para todos y mis felicitaciones, hoy se conmemora el día del trabajador, todos trabajamos, de una forma u otra es por esa razón que aprovecharemos para hacer hincapié y enfatizar que la mejor caridad que podemos hacer para aquellos que no tienen un trabajo laboral para sustentarse y sustentar a la familia es crear trabajo, compartir el trabajo, es decir que aquellos que tenga varios trabajos, deje alguno para el que esté parado y no tenga un salario digno, la limosna nos empobrece aun más, es una bendición el trabajo, benditos aquellos que crean trabajo..

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¡AMAD EL TRABAJO Y ENGRANDECERLO!

 
El trabajo es una ley para las humanidades planetarias como para las sociedades del Espacio. Desde el ser más rudimentario hasta los Espíritus angélicos que velan por los destinos de los mundos, todos toman parte en el gran concierto universal.
Es penoso y grosero para los seres inferiores, el trabajo se suaviza a medida que la vida se refina. Se convierte, en un venero de goces para el Espíritu adelantado, que se hace insensible a las atracciones materiales, exclusivamente ocupado en los estudios más elevados.
Con el trabajo, el hombre domina a las fuerzas ciegas de la Naturaleza y se pone a salvo de la miseria; por el trabajo es por lo que se fundan las civilizaciones y por lo que se extienden el bienestar y la ciencia.
El trabajo es el honor y la dignidad del ser humano. El ocioso que, sin producir nada, se aprovecha de la labor de los demás, no es más que un parásito. Mientras el hombre se haya ocupada en su tarea se acallan sus pasiones. La ociosidad, por el contrario, las desencadena y les abre vasto campo de acción. El trabajo constituye también un gran consuelo, un derivativo saludable de nuestras preocupaciones y nuestras tristezas; calma las angustias de nuestro Espíritu y fecundiza lustra inteligencia. No existe un dolor moral, no existen decepciones ni reveses que no encuentren en él un apaciguamiento; no hay vicisitudes que resistan a su acción prolongada.
El que trabaja tiene asegurado un refugio para su sufrimiento y un verdadero amigo en la atribulación, no puede aceptar la vida con disgusto. En cambio, cuan digna de lastima es la situación de aquel a quien los achaques condenan a la inmovilidad y a la inacción; si este hombre ha sentido la grandeza y la santidad del trabajo, si por encima de su interés propio ve el interés general y el bien de todos y quiere contribuir a él, sufre uno de los padecimientos más crueles que se han reservado para el ser viviente
Tal es también la situación en el Espacio del Espíritu que falto a sus deberes y disipo la vida. Comprendiendo demasiado tarde la nobleza del trabajo y la villanía de la ociosidad, sufre al no poder realizar lo que su alma concibe y desea.
El trabajo es la comunión de los seres. Por él nos aproximamos los unos a los otros, aprendemos a ayudarnos y a unirnos; de esto a la fraternidad no hay más que un paso.
Es por el que la civilización se levanta, que la educación se realiza y que nuestra felicidad se perpetúa. En la Patria de las Almas llora amargamente el espíritu que desprecio su riqueza oculta, por haberse olvidado que solamente por medio del trabajo podemos desarrollar nuestras posibilidades de crecimiento hacia la inmortalidad.
Jesús decía: ¡Aquel que quiera venir en pos de Mí, que tome su cruz y sígame!
Con estas palabras invitaba a los hombres a trabajar llevando sus aflicciones hasta el fin con resignación y paciencia. Nunca debemos estar de brazos cruzados, una labor de la que nos podemos sentir orgullosos es la de nuestra reforma intima, porque ella ara que la lucha exterior sea fructífera, beneficiando nuestro entorno , facilitando la labor de todos los que nos rodean, sin crear impedimentos seremos allanadores del camino de la redención, muchas veces sin nosotros querer y sin apenas darnos cuenta ofrecemos obstáculos e impedimentos a labores que beneficiarían la paz del mundo y que los holgazanes y los refractarios del bien entorpecen.
Trabajar con Cristo, es realizar la misión que nos es dada, tanto en espíritu como encarnados, la vida no es así porque si, la vida es la misión con la cual logramos nuestro adelanto y la liberación de deudas del Ayer. Seguir a Cristo es aceptar sin murmurar, la existencia que libremente elegimos y tomar nuestra cruz y seguirle, imitándolo a Él pues nada ni nadie puede eximirnos del trabajo a realizar.
 
 

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