LA CARIDAD Y LA VIDA
Camilo/ Raúl Texeira
Cuando el Codificador del Espiritismo, Allan Kardec, estableció que “fuera de la caridad no hay salvación”, indudablemente, expresó toda la base para que se instalase el progreso, la fraternidad, la alegría y la paz, en el campo de las relaciones humanas en el mundo.
En realidad, la caridad –expresión presentada por el genio apostólico Pablo de Tarso– tiene la nítida dimensión del amor, pero del amor dinámico, del amor en acción, poniendo en movimiento las energías de la vida en todas partes, llevándonos a considerar que esa excelente virtud es el fundamento para la existencia de todos nosotros en el Planeta.
De ese modo, vale considerar que, cuando la caridad es aplicada en las más variadas situaciones cotidianas, todo asume una nueva perspectiva, nuevas disposiciones a favor del bien general.
La caridad, cuando es usada en beneficio de su propio agente, impone que él se torne alguien y que se respete a sí mismo, pasando a adoptar en su senda las posturas fundamentales del éxito. El auto respeto, por medio de los cuidados del cuerpo y del Espíritu; el sentido de ciudadanía, a través del cumplimiento de sus deberes y del ajuste a sus derechos; el empeño por el auto conocimiento,