Archivo | marzo 2023

AMOR SEMBRADO

AMOR SEMBRADO

Redacción de Momento Espirita

Ella tenía ocho años. Y lo que más deseaba en su vida era ver cómo era el rostro de su madre, que murió cuando ella vino al mundo.

Un año después de su muerte, su padre se volvió a casar y ordenó que todas las fotos de su primera mujer fuesen quemadas.

Por eso, no adelantaba Adelina pedir a la tia que le mostrase alguna fotografía del rostro de su madre. No existía ninguna.

Con los malos tratos de la madrastra, también más joven que su padre, el recuerdo de su madre querida fue aumentando y aumentando.

Entonces la niña china comenzó a tejer imágenes mentales. No estaba segura si todo era producto de su imaginación o si cuando soñaba, realmente iba a la casa de su madre.

“Era una tierra encantada, por encima de las nubes. Tenía flores fragantes, pinos altos, rocas hermosas, bambúes que casi tocaban el cielo y pájaros que cantaban.

“Allí, todos los niños podían entrar sin entrada, y las niñas eran tratadas igual que los niños.

«Nadie era despreciado o castigado sin motivo».

La casa estaba «en un jardín lleno de árboles, flores, rocas y pequeños pájaros cantores».

«Se llamaba paraíso».

Era para allí, donde en los días más tristes, de malos tratos, de desprecios y humillaciones, la niña se dirigía.

Su experiencia nos recuerda la del niño Francisco, que perdió su madre a los cinco años de edad.

Conducido a una casa extraña, padeció muchas dificultades para continuar viviendo. La señora que lo acogió sofría de desequilibrios y por cosa alguna, le pegaba severamente.

Su consuelo era ir al fondo del patio, llorar y llamar a su madre. La primera vez que la vio, le pidió que lo bendijera, como estaba acostumbrado.

Triste, le preguntó si Jesús la había enviado a buscarlo.

Ella le confirmó que vino en el nombre de Jesús. Sin embargo, él, Francisco, como todos sus hermanos, que estaban dispersos en diferentes casas, tendrían que esperar un poco.

Así, día tras día, apocado, lloroso, el acudía para el fondo del patio a hablar y orar con su madre.

Ella lo acariñaba, le pedía para tener paciencia porque Jesús mandaría un ángel para cuidar de él y de los hermanos.

El ángel se llamaba Acidalia, con quien su padre se casó y exigió que los hijos del primer matrimonio volvieran a casa.

Ella era la madre amorosa de todos ellos.

* * *

Ambas historias, que son verdaderas, nos remiten a la Inmortalidad del Espíritu.

Y nos señalan que, desde donde están, los que se fueron, sigan amando y velando por los que se quedaron en la Tierra.

¡Qué dulce esperanza es esa que calienta nuestras almas!

Sabiendo, además, que están con nosotros. Lo que depende de nosotros es tener la mente y el corazón abiertos para poder percibirlos.

 Están a nuestro lado, cuando el dolor nos atormenta, cuando la añoranza nos maltrata.

Y nos abrazan, nos confortan.

Por eso, en ciertos momentos, de la nada surgen sus recuerdos y accionan de repente en los nuestros.

Los que somos más sensibles podemos verlos. Otros, podemos sentir el abrazo cariñoso y acogedor.

Nos siguen amando porque el amor nunca termina. Es una semilla generosa, plantada, que se ramifica y da frutos en expresiones de cariño y ternura, todos los días.

Equipo Momento Espírita, basado en el cap. 9 y 10 del libro Chínese Cinderella, de Adeline Yen en Mah, ed. Compañía de Letras.

AVANCEMOS CARLOS AUGUSTO

AVANCEMOS

 Espíritu Carlos Augusto

Del libro: Relicario de Luz. Médium: Francisco Cândido Xavier.

 Corren los días incesantes… Nuestro corazón, como un reloj de Dios, va marcando los acontecimientos y las luchas, las alegrías y los sufrimientos, las dificultades y los recuerdos; más la Providencia Divina todo lo renueva para el bien y, con ello, nuestras aspiraciones renacen.

El Amor vence la muerte. Con la gracia de Jesús podemos hablar y los nuestros pueden escucharnos. La fe resurge luminosa y sublime. Y continuamos juntos. ¿Podrá haber otra alegría mayor que esa? ¿La de sentirnos plenamente unidos, unos a los otros, por encima de la propia separación?

Consultando nuestros deseos más íntimos, nuestras ansiedades ocultas y reconoceremos que no podríamos conseguir de nuestra parte, un tesoro mayor. Deprisa comprendemos, con el amparo de lo Alto, que la Voluntad de Dios debe imperar sobre la nuestra.

Todo acontece, obedeciendo al imperativo de nuestro pasado espiritual.

Los sueños de bondad y los deseos de comunión con la espiritualidad santificante guardan, para nosotros, una gran voz.

Tengamos serenidad y confianza en Dios en la travesía del gran mar de la existencia en el mundo. Alrededor de nuestra embarcación, hay náufragos tocados por la aflicción y por el dolor. Conservemos el coraje en el corazón.

Irgamos a Jesús nuestros ojos y sentimientos, esperando de Él la seguridad para nuestras realizaciones.

Todos estamos en proceso redentor.

Poco a poco, penetramos el dominio de la verdad y la verdad nos enseña, calmadamente, sus lecciones. 

En el servicio a nuestros semejantes, vamos descubriendo el camino para la cima de nuestra elevación. Aun mismo al precio de lágrimas y sacrificios, avancemos.

Hay momentos en los que nuestros pies sangran en la marcha; con todo, no desanimarnos es la condición para nuestro triunfo.

La desencarnación no nos confiere la liberación del dolor, que perfecciona y santifica siempre.

La evolución es nuestra.

El aprendizaje nos pertenece.

Nos cabe estudiar y servir, luchar y enriquecernos de luz, tanto en la Tierra, como en la vida espiritual.

Jesús no nos abandona.

Y con la certeza del Divino Amparo, seguiremos a la procura del merecimiento espiritual para ser más útiles.

Esperemos el paso de los días, suplicando el concurso de nuestros Mayores.

Un día, bajo el árbol del amor triunfante, alabaremos nuestros esfuerzos ahora.

La vida espiritual es nuevo renacer.

DELINCUENTES QUE ESCAPAN A LOS TRIBUNALES DE LA TIERRA

DELINCUENTES QUE ESCAPAN A LOS TRIBUNALES DE LA TIERRA

Por Orson Carrara

Hice una pequeña adaptación de un magnífico texto, con transcripciones parciales del original. Invito al lector a leerlo completo, dada la claridad y oportunidad del uso parcial adaptado. Las definiciones encajan perfectamente en nuestra vida diaria. Para cada artículo que se leerá, está en el original el pedido de compasión, ayuda, para despertar, despertar o corrección de aquellos que se comportan de esta manera, comprometiéndose. En cada rubro la dura realidad que aún nos cabe en los abusos, negligencias, omisiones o apegos que aún nos permitimos, seducidos que aún somos por la vanidad, el egoísmo o la soberbia, los celos o la envidia, entre otros males morales. Seguir:

Ellos son: (o también cuantos de nosotros no cabemos)

1 – Aquellos que Te olvidaron la bendición;

2-Los que se olvidaron de repartir el pan que sobró en la mesa harta;

3 – Los que no se avergüenzan de mostrar la felicidad junto a la miseria y la desgracia;

4 – Los que no se acuerdan de agradecer a los benefactores;

5- Los que durmieron en las pesadillas de la adicción, transmitiendo un doloroso legado a quienes inician el camino humano;

6 – Los que olvidaron la obligación de servicio a los demás;

7 – Los sabios que esconden su inteligencia entre las cuatro paredes del paraíso doméstico;

8 – Los que sueñan con dominar el mundo, ignorando que la existencia en la carne es un mero minuto entre la cuna y la tumba, delante de la Eternidad;

9 – Los que cayeron vencidos por el exceso de comodidades materiales;

10 – Los que propagan tristeza y pesimismo entre los semejantes;

11 – Los que rechazaron la oportunidad de pacificación y marchan sembrando la rebelión y la indisciplina;

12 – Los que se creen poseedores de poderes fantasiosos y pretenden locamente absorber vuestro juicio, condenando a sus propios hermanos;

13 – Almas distraídas que envenenan el camino de los demás con la agresión espiritual de los gestos inoportunos;

15 – Los que se pierden en las tinieblas del odio y la venganza, la ambición descarriada y la fría impiedad, que se creen poderosos y libres, cuando no son más que esclavos, dignos de compasión.

El título de este planteamiento fue tomado del propio texto, cuyo párrafo completo se presenta así: “Todos, Padre, son delincuentes que escapan a los tribunales de la Tierra, pero están señalados por Tu Soberana y Perfecta Justicia, por delitos de olvido. , ante el Bien Infinito…”. Sería bueno que nos fijáramos en el pasaje: “son marcados por vuestra Soberana y Perfecta Justicia, por delitos de olvido ante el Bien Infinito”. Nótese que el olvido del Bien Infinito es tipificado como delito. Afortunadamente existe una ley que nos corrige a todos. Esto nos hace recibir de vuelta todo lo que nos hacemos a nosotros mismos o a los demás, dentro del perfecto criterio de la Justicia.

Puede encontrar fácilmente el texto completo buscando el título En oración – Neio Lucio. La autoría es de Neio Lucio/Chico Xavier, encontrándose en el último capítulo (número 50) del magnífico libro Jesús en el Hogar, edición FEB. La oración en favor de estos delincuentes la hace el mismo Maestro de la Humanidad, en un gran sentimiento de compasión por nuestras miserias humanas.

EL CIELO SINONIMO DE FELICIDAD

EL CIELO SINONIMO DE FELICIDAD

Hoy más que nunca necesitamos creer en la inmortalidad del alma, con tantas perdidas de seres queridos, que nos entristece y nos desanima, no podemos pasar por alto las enseñanzas de la Doctrina Espirita, que nos dice que la muerte no existe y si la vida en Espíritu y Verdad.

¿Te gustarla ir al Cielo?

¿Te imaginas como es el Cielo?

¿Dónde piensas que esta?

Los espíritus son creados simples e ignorantes, pero con la actitud de adquirirlo todo y progresar, en virtud de su libre albedrío. Mediante el progreso, adquieren nuevos conocimientos y nuevas facultades, nuevas percepciones y por consiguiente, nuevos gozos desconocidos a los espíritus inferiores; ellos ven, sienten, oyen, y comprenden lo que los espíritus atrasados no pueden ni ver , ni sentir , ni comprender y ni oír.

La felicidad está en razón del progreso alcanzado; de tal forma que, de dos Espíritus, uno puede no ser tan feliz como el otro, únicamente porque no es tan avanzado intelectualmente y moralmente, sin que por ello tengan que estar cada uno, en un lugar distinto.

Aun estando ambos juntos, uno puede estar en tinieblas, mientras el otro resplandeciente. La felicidad de los Espíritus siendo inherente a las cualidades que poseen, la toman en todas las partes donde la encuentran, en la superficie de la Tierra, en medio de los encarnados o en el espacio.

El progreso del espíritu, es fruto de su propio trabajo. Ellos según la prisa que se den avanzan más o menos rápidamente. Y el progreso del hombre ha de ser moralmente y espiritualmente y en muy raros casos avanzan a la par. La felicidad suprema es atributo de los espíritus perfectos, puros.

La encarnación es necesaria para alcanzar el doble progreso, con la actividad que está obligado a desarrollar en el trabajo el espíritu progresa intelectualmente; y por la necesidad que los hombres tienen uno de los otros avanzan moralmente. La vida social es la piedra de las buenas y de las malas cualidades. El hombre de bien, con todas sus virtudes, o el ignorante con sus defectos tiene por móvil, por objetivo y por estimulo las relaciones del hombre con sus semejantes. El hombre que viviese solo, no habría vicios ni virtudes: si, por el aislamiento, se preserva del mal, anula el bien.

Una existencia corporal es un tiempo muy corto para que el hombre lo aprenda todo de todo, para que pueda adquirir todo el bien que le falta, y para que pueda despojarse de lo que hay de malo en el. Dios que es soberanamente justo y bueno, concede al espíritu del hombre tantas existencias como sean necesarias para alcanzar su perfección.

Cada existencia es, un paso adelante en el camino del progreso. La encarnación es inherente a la inferioridad de los Espíritus, los que traspasaron el límite y progresan en el mundo espiritual, o en mundos superiores que en nada se asemeja a la vida terrestre, no necesitan reencarnar, cuando lo hacen es voluntariamente, con el objetivo de ayudar a los encarnados y aceptan las vicisitudes y los sufrimientos por devoción.

Entre una y otra encarnación, en ese intervalo y por un tiempo más o menos largo, el espíritu entra en el mundo espiritual, donde es feliz o infeliz, según el bien o el mal que haya hecho.

El estado espiritual es el estado normal del espíritu, puesto que ese deberá ser su estado definitivo, el cuerpo espiritual no muere, y el estado corporal es transitorio y pasajero. Es en el espacio y en espíritu que se prepara para nuevas experiencias tomando resoluciones para practicarlas cuando esté de nuevo en la Tierra. También allí donde recoge los frutos de su progreso realizados gracias a la reencarnación.

El espíritu también progresa en la Erraticidad; allí adquiere conocimientos especiales que no podría adquirir en la tierra; sus ideas se modifican. Tanto el estado espiritual, como el corporal son para el espíritu una fuente de dos progresos solidarios uno con el otro; por eso pasa alternativamente por esos dos modos de existencias.

La reencarnación puede ocurrir en la Tierra o en otros mundos. Unos son más avanzados que otros, recordemos que hay muchas moradas en la casa del Padre, la Tierra es uno de los menos avanzados, y solo pueden habitar esos mundos mejores espíritus que han llegado a un grado de adelanto superior, siendo más perfectos.

Ya vivir en esos mundos es una recompensa para el espíritu, pues la calidad de vida, es mejor, y están preservados de los males y de las vicisitudes que ocurren en la Tierra. El cuerpo del espíritu allí es más fluídico menos grosero, no están sujetos a las dolencias, ni a las enfermedades, ni a las mismas necesidades. En ellos no hay malos Espíritus están excluidos, los hombres viven en paz, ocupados en su evolución por el trabajo de su inteligencia. Allí reina la verdadera fraternidad, porque no hay egoísmo; verdadera igualdad, porque no hay orgullo; la verdadera libertad, porque no hay desorden que reprimir, ni ambiciosos procurando oprimir al débil. Esos mundos comparados con la Tierra son verdaderos paraísos.

A la medida que progresa el espíritu alcanza la felicidad, pero antes de alcanzar el punto culminante de la perfección, goza de una felicidad relativa a su progreso. Como los niños, siente la alegría de la primera edad, después las de la juventud y finalmente, las más solidad de la edad madura.

La felicidad de los Espíritus bienaventurados no consiste en la ociosidad contemplativa, que sería una fastidiosa inutilidad. La vida espiritual, al contrario, y en todos los grados, una constante actividad, pero una actividad exenta de fatigas. La suprema felicidad consiste en el goce de todos los esplendores de la creación, que nadie sabría describir, que la más fecunda imaginación no podría concebir; en el conocimiento y penetración de todas las cosas; en la ausencia de toda pena física y moral; en una satisfacción intima, una serenidad del alma que nada altera; en el amor puro que une a todos los seres, como resultado de la ausencia de toda ofensa por el contacto de los malos y por encima de todo, en la visión de Dios y en la comprensión de sus misterios revelados a los más dignos.

Los espíritus Puros son los Mesías o mensajeros de Dios para la transmisión y ejecución de sus voluntades; cumplen las grandes misiones presiden la formación de los mundos y a la armonía en general del Universo, responsabilidad gloriosa a la cual no se llega sino por la perfección. Los de orden más elevado son los únicos iniciados en los secretos de Dios, inspirándose de su pensamiento, del cual son los representantes directos.

Las tribulaciones de los Espíritus son proporcionales a su adelantamiento, a las luces que poseen, a sus capacidades, a su experiencia y al grado de confianza que inspiran al soberano Maestro.

Allí nada de privilegios, nada de favores que no sea el precio del mérito; todo es medido al peso de la estricta justicia.

Las misiones importantes son encomendadas solo a aquellos que Dios sabe que estad capacitados para cumplirlas. Bajo la mirada de Dios los más dignos componen el consejo supremo, a los jefes superiores es atribuida la dirección de los torbellinos planetarios; a otros es conferida las de los mundos especiales; vienen enseguida en el orden de adelantamiento y subordinación jerárquica, las tribulaciones más restringidas de aquellos que están encargados en la marcha de los pueblos, en la protección de las familias y de los individuos, , en el impulso de cada rama del progreso, en las diversas operaciones de la Naturaleza, hasta en los más ínfimos detalles de la creación.

En todo ese vasto y armonioso conjunto, hay ocupaciones para todas las aptitudes, todas las buenas voluntades; ocupaciones aceptadas con alegría, solicitadas con ardor, porque son un medio de adelantamiento para los espíritus que aspiran a elevarse.

Cada encarnado tiene su misión es deberes que cumplir, para el bien con sus semejantes, desde el padre de familia a quien le incumbe el cuidado de hacer progresar a sus hijos, hasta el hombre de genio que lanza en la sociedad nuevos elementos de progreso. En esas misiones secundarias que normalmente se encuentran flaquezas, prevaricaciones, renuncias, pero no perjudican sino al individuo y no al conjunto.

Todas las inteligencias concurren a la obra general, en cualquier grado al que hayan llegado, y cada uno a la medida de sus fuerzas; unas en estado de encarnación otras en estado de Espíritu. Por todas partes hay actividad, desde la base hasta lo alto de la escala, todas instruyéndose, ayudándose entre sí, prestándose un apoyo mutuo, extendiéndose la mano para alcanzar el grado supremo.

La felicidad radica en las propias cualidades del individuo y no al estado material del medio donde se encuentra. Los espíritus felices no tienen un lugar circunscrito en el Universo. En cualquier lugar que se encuentren, los Espíritus Puros pueden contemplar la majestad Divina porque Dios está en todas partes.

La felicidad no es personal, si se poseyese solo en si mismo, si no se la pudiese compartir con los demás, seria egoísta y triste, por eso, esta en la comunión de pensamientos que une a los seres simpáticos. Los espíritu felices, atraídos unos a otros por semejanza de ideas, de gustos, de sentimientos, forman amplios grupos o familias homogenices, en el seno de las cuales cada individualidad irradia sus propias cualidades y se penetra de los efluvios serenos y benéficos que emanan del conjunto, cuyos miembros se dispersan para ocuparse de sus misiones, o se reúnen en un punto cualquiera del espacio para dar a conocer el resultado de sus trabajos, o se juntan alrededor de un espíritu, de un orden más elevado para recibir sus conejos y sus instrucciones.

Aunque los espíritus estén por todas partes, los mundos son sedes donde ellos se reúnen, con preferencia en razón de la analogía que existen entre ellos y aquellos que los habitan. Alrededor de los mundos avanzados fluyen los Espíritus superiores; alrededor de los mundos atrasados pululan los espíritus inferiores. La Tierra es uno de estos últimos. Cada globo, tiene, pues, de alguna forma, su propia población en espíritus encarnados y desencarnados, que se alimenta, en su mayor parte por la encarnación y desencarnación de los mismos espíritus. Esa población es más estable en los mundos inferiores, donde los espíritus son más apegados a la materia, y más fluctuante en los mundos superiores. De los mundos superiores, focos de luz y prosperidad, los espíritus pasan hacia mundos inferiores, para sembrar allí los gérmenes del progreso, y llevar el consuelo y la esperanza, erguir ánimos abatidos por las pruebas de la vida y a veces se encarnan allí para cumplir su misión con mayor eficacia.

Llegamos a la conclusión que el cielo está por todas partes, nada lo cerca ni le sirve de limites; los mundos felices son las últimas estaciones de nuestro largo viaje que nos llevan a él; las virtudes franquean el camino; los vicios nos cierran el acceso.

¿Verdad que el Espiritismo engrandece las ideas y ensancha el pensamiento? La razón y la revelación de los espíritus y su concordancia con el progreso y la ciencia abren una visión sensata sobre el cielo.

Dios no nos dijo al principio toda la verdad, porque no teníamos ojos para ver, ni oídos para escuchar, al igual que a los niños no se les enseña las cosas de los mayores porque no las entenderían, Dios al principio no podía hacerse comprender con toda la verdad, por nuestra ignorancia, a medida que hemos ido despertando ha ido descubriendo lo que por nuestro estado podemos comprender y si nos afanamos en progresar más y más mucho más nos será dado por añadidura.

Pues como el alumno que aprueba el curso, si no le dan el material del siguiente para estudiarlo, no podría pasarlo, ascender en sus estudios, así necesitamos nosotros poco a poco escalar la cima cuyo fin es llegar a Dios y a la perfección, a ser espíritu puro.

Sabemos que este año ha sido muy duro, nos hemos apretado los dientes al máximo, y ahora sólo nos queda recibir la Navidad con esperanza. Que el nuevo año sea el camino a la recuperación.

Trabajo realizado por Merchita extraído del libro Cielo y el Infierno de

Allan Kardec

JESÚS Y EL PERDÓN

JESÚS Y EL PERDÓN

    Por el Espíritu Emmanuel.

    Psicografía de Francisco Cândido Xavier.

    Libro: Abrigo.

Enseñando el amor para con los enemigos veamos como procedía Jesús, ante aquellos que le hostilizaban la causa y le herían el corazón.

En circunstancia alguna lo vemos alterarse, enjuiciando, encorajando a los que se mantenían en el error deliberado, más si renovando siempre el proceso de auxiliar con el olvido de toda injuria.

    Ante la turba que lo prefería a Barrabás, el delincuente confeso, no se entrega al elogio de la multitud, más si guarda dignidad y silencio, tolerando la ofensa.

    Ante Pilatos, el juez inseguro, no le besa las manos lavadas, más sim, por la conducta de víctima irreprochable, le devuelve al espíritu inconsequente la noción de la propia responsabilidad.

    En plena calle, tambaleante bajo el leño del suplicio, no se vuelve para sonreír a los ingratos que le escupen en el rostro, más si ora por todos ellos, confiándolos al tiempo que es el juez invisible de la Humanidad.

En la cruz no toma la palabra para agradecer la inconstancia de Pedro o la debilidad de Judas, ni hace voto festivo a los sacerdotes que le insultan la Doctrina de Amor, más si a todos contempla, sin amargura, pidiendo perdón para la ignorancia de cuantos le imponían la humillación y la muerte.

    Y olvidando a los verdugos y adversarios, he aquí que vuelve a la compañía de las criaturas, al tercer día después del sepulcro en tinieblas, para hacer resurgir de nuevo a la Tierra oscurecida el mensaje radiante de Luz. 

Disculpar a los que nos ofenden no será compartir su sombra, pero si olvida sus golpes y seguir adelante, trabajando y aprendiendo, siempre apoyando y sirviendo, en la exaltación del bien para que el mundo en nosotros los demás se libre del mal.

***

Comentarios al respecto

 El Evangelio de Cristo sustituyo la ley bíblica del ojo por ojo y diente por diente por la ley de amor al prójimo, incluyendo en el prógimo los propios enemigos. Donde no existiera la luz del perdón, las reencarnaciones dolorosas se procesaran en círculo vicioso. Quedaremos presos a la rueda viva de los rescates penosos, por siglos y milenios, hasta aprender a amar a los enemigos.

Puede que haya muchas cosas que nos preocupen y tal vez tengamos razones para estar consternados, pero como observó el presidente Spencer W. Pinball (1895–1985), la paz y la doctrina del perdón del Salvador están inseparablemente unidas: “La esencia… del perdón es que trae paz al alma previamente ansiosa, inquieta, frustrada y tal vez atormentada”.

Sin embargo, perdonar a los demás no quiere decir que necesariamente debamos apoyar ni aprobar el mal comportamiento o la transgresión. De hecho, hay muchos actos y actitudes que merecen una clara condena; pero aun así debemos perdonar completamente al ofensor. “…perdonad, y seréis perdonados” (Lucas 6:37).

LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS

LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS

Libro: Historias que Jesús Conto

De Clovis Tavares

(Mateos, capítulo 25º, versículos 14 a 30)

 Cierta vez, un hombre rico, con grandes propiedades, sintió la necesidad de dejar su patria y viajar por otros países.

Llamó, entonces, a sus servidores de confianza y les entregó sus bienes, a fin de que negociasen con las cuantías que les eran entregadas. 

 Al primer siervo le dio cinco talentos (*), que corresponden en nuestra moneda a más de cien mil cruzeiros. Al segundo entrego dos talentos y al tercero, un talento.

El hizo esa distribución de acuerdo con la capacidad de cada servidor. Y a continuación hizo su viaje.

El primero fue inmediatamente a negociar con los talentos y, con los varios negocios que hizo, consiguió ganar otros cinco talentos.

 El segundo hizo lo mismo y consiguió de lucro más de 40 mil cruzeiros (esto es otros dos talentos).

El tercer servidor, sin embargo, en lugar de multiplicar su dinero realizando negocios, como los otros dos, salió de la casa del señor y fue para su residencia. Y al fondo del patio, enterró la moneda de oro que el gran dueño había pasado a sus manos.

  Después de un tiempo, el maestro regresó del extranjero a su tierra natal.

Llegando a casa, llamó aquellos servidores para ajustar cuentas con ellos.

 Compareció el primero a la presencia de su amo. Y dijo:

— Señor, me entregaste cinco talentos. Negocie con ellos, como ordenaste, y conseguí multiplicarlos con mi trabajo honesto, consiguiendo otros cinco. Aquí están, mi señor, los diez talentos que te pertenecen.

El propietario le dijo, como respuesta:

— Muy bien, siervo bueno y fiel. Ya que fuiste fiel en lo poco que te confié, de ahora en adelante yo te confiare negocios mayores y más importantes.

Estarás siempre conmigo, a mi lado, y gozarás de mi felicidad y bienestar.

Llegó el segundo servidor y dijo también:

Señor, me entregaste dos talentos. También negocié con ellos, como mandaste y conseguí multiplicarlos igualmente, con mi esfuerzo honesto, consiguiendo otros dos. Aquí están, mi señor, los cuatro talentos que te pertenecen.

— Muy bien, siervo bueno y fiel. Ya que fuiste fiel en lo poco que te confié, de ahora en adelante yo te confiaré también negocios mayores y más importantes. Estarás a mi lado, siempre conmigo, y gozarás también, como tu compañero, de mi felicidad y bienestar.

Finalmente llegó el tercer servidor, que había recibido un solo talento. Y dijo a su jefe:

“Señor, yo te conocí y siempre supe que eras un hombre duro y severo, que te gusta segar donde no has sembrado, y recoger el trabajo de los otros. Por eso tuve miedo de ti y de tu justicia. Y por miedo escondí tu talento en la tierra Pero, hoy desenterré tu moneda. Aquí está, señor, lo que te pertenece.

El propietario, sin embargo, respondió:

«Siervo malo y perezoso, ¿por qué me ofendes así?» Por qué te imaginas que me gusta cosechar donde no he sembrado y me gusta explotar el el trabajo de otras personas? Si pensabas eso, ¿por qué al menos no pusiste el dinero en el banco, para ganar intereses, ya que no querías multiplicarlo con tu trabajo?

Y llamando a otros criados de su casa, prosiguió:

«Quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos». a todos los que tiene, más se le da, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene,  lo que tiene se le quitará. Echa al siervo inútil fuera de mi palacio, donde hay lágrimas, hambre y rebeldía, sin las alegrías que dan el trabajo honrado y fiel.

*

Esta parábola, hijito, es imagen del Reino de Dios. En ese Reino, que abarca todo el Universo, cada alma, por pobre y pequeña que sea es decir, tiene una determinada tarea o misión.

Dios nos da a cada uno de nosotros (padre, madre, joven o niño) una tarea, mayor o menos, según la capacidad de cada alma. Esto es lo que significa la diferente distribución de talentos (uno recibió 5, otro recibió 2, otro — 1).

Pero, Dios quiere que multipliquemos nuestros talentos y no que los enterremos, como hizo el servidor prejuicioso que mereció también el calificativo de malo.

Nuestros talentos, hijito, son las posibilidades que toda alma tiene de hacer algo bueno en el mundo. Tu también has recibido de Dios cinco, o dos, o un talento, es decir, puedes hacer algún bien en este mundo: ayudando a tus padres, a ser amigo de tus hermanos, siendo servicial y amable con sus compañeros, haciendo algún servicio en la Escuela del Evangelio, auxiliando conforme sus posesiones, a los pobres, a los huérfanos, a los tristes y desamparados… ¡Hay tantas almas sufridoras y necesitadas en el mundo, hijo mío!

Sus talentos son su conocimiento, su bondad, su dinero del hogar, su buena voluntad para ayudar a quien sabe o puede menos que usted. Todo lo que usted posee o sabe es un talento que Dios le confió, a fin de que su corazón y su inteligencia lo multipliquen en favor de los pobres, de los sufridores y de los necesitados del mundo.

No imites al tercer servidor, querido niño, que enterró su talento.

No niegue su cooperación, cuando pueda prestar un favor. No deje de ayudar a su madrecita en los servicios domésticos. No niegue un auxilio honesto a un compañero de estudio. No gaste todo su dinero en sus caprichos, más si, acuérdese de los huerfanitos, de los pobres, de los enfermos y comience a socorrerlos con su dinero. Existen mil pequeños servicios de bondad y de delicadeza, mil pequeñas tareas de caridad y de compasión que usted puede realizar en la vida, cumpliendo su misión de ovejita de Jesús. No entierre sus talentos.

Si cumples con tu deber de trabajar en cosas buenas y pequeñas, cree que la parábola se cumplirá en tu vida: el Señor Jesús te encomendará mayores tareas en Su Reino y disfrutaréis de Su Gozo Perfecto, en la gran alegría de trabajar con Él en favor de la regeneración de nuestro mundo.

Créeme, hijo mío, no existe felicidad mayor que esta.

LIBRACIÓN ESPIRITUAL

LIBERACIÓN ESPIRITUAL

José Carlos de Lucca

Del libro: Cura Y Liberación

No acuse A Los Espíritus desencarnados sufridores por sus fracasos en la lucha. Repare el ritmo de la propia vida, examine los ingresos y gastos, vuestras acciones y reacciones, vuestros modales y actitudes, vuestros compromisos y determinaciones, y reconoceréis que tenéis la situación que buscáis y cosecháis exactamente lo que sembráis. André Luiz

Agenda Cristiana, psicografía de Francisco Cândido Xavier, PTB.

Tenemos una tendencia de transferir a terceros la culpa por nuestros problemas. Difícilmente admitimos nuestra parcela de responsabilidad por los fracasos que enfrentamos. Siempre será más fácil y confortable decir que la culpa es del otro, sea el jefe, el empleado, el profesor, el cónyuge, el pariente, el Gobierno, etc.  Ni aun mismo los Espíritus inferiores escapan de la acusación de ser los responsables por nuestros tropiezos.

En cuanto a la posibilidad de sufrir una influencia espiritual, no se puede negar que los Espíritus inferiores consiguen interferir negativamente en nuestra vida, tanto como los buenos Espíritus actúan en nuestro favor. Sin embargo, la lección de André Luiz, entidad espiritual que se manifestó a través de Francisco Cândido Xavier, es no sentido de que la mayor parte de las dificultades que hoy enfrentamos resulta de la naturaleza de nuestras acciones u omisiones y no propiamente de alguna interferencia espiritual negativa, la cual, en el caso esté ocurriendo siempre será como causa secundaria y nunca como causa principal de nuestros problemas.

La interferencia espiritual inferior solamente se procesa por el contacto con nuestras propias inferioridades.

Debe haber algún punto de afinidad entre la maldad que viene de fuera con el mal que aún existe dentro de nosotros. Ningún Espíritu inferior entra en mi vida si no hubiera encontrado alguna puerta abierta.

Por tal razón es que André Luiz advierte para no acusar a los Espíritus como responsables directos por nuestros fracasos. Nota interesante: es una entidad espiritual, en el caso de André Luiz, quien está diciendo que no culpemos a los espíritus por nuestras caídas. André Luiz está en el mundo espiritual y por eso tiene mayor amplitud de visión sobre el tema. La interferencia espiritual negativa puede incluso ocurrir, agravando nuestros sufrimientos, pero no es la causa principal de nuestros problemas. La principal causa somos nosotros. Esa es la verdad que debemos afrontar con madurez.

De nada sirve buscar tratamientos espirituales para quitar las energías negativas de nuestra vida si somos nosotros mismos energía negativa pulsante las veinticuatro horas del día.

De nada sirve obtener una bendición espiritual si continuamos maldiciendo la vida y las personas.

¿Cómo podemos esperar que el pase nos cure si no dejamos la tristeza y la amargura?

¿Cómo pretender protección para el hogar contra las fuerzas negativas si en casa impera el vicio y la falta de respeto entre los familiares?

¿De qué forma puedo desear que mis caminos se abran si mis pensamientos están basados en la falta de confianza en mí y en Dios?

¿De que nos adelanta consultar los astros si no hacemos brillar la estrella de nuestros talentos?

Las compañías espirituales y las energías que nos circundan son atraídas por nuestra forma de actuar, pensar y hablar. Atracción es la idea central que no podemos perder de vista. En todo momento estamos atrayendo energías y espíritus de conformidad con nuestro padrón de comportamiento. (8) La atracción se rige por la ley de afinidad, o sea, los semejantes se atraen y los opuestos se repelen.

La regla elemental es la de que el bien atrae al bien repeliendo el mal y que el mal atrae al mal repeliendo al bien.

Somos una poderosa usina de fuerzas atrayendo y repeliendo vibraciones y compañías espirituales de acuerdo con la calidad de nuestra energía, la cual es determinada por la manera como actuamos, hablamos y pensamos. Yo creo mi energía y esta, es como un poderoso imán, va al encuentro de todo lo que se le asemeja.

Es  por tal razón que André Luiz pide que reparemos más en nosotros mismos que en la interferencia espiritual negativa que nos pueda tentar. No podemos estar preocupados con el ladrón, precisamos, cerrar la puerta para que él no tenga acceso a nuestra casa, principalmente a nuestra casa mental. Si consiguiéramos erradicar el mal en nosotros, estaremos cortando los hilos que nos ligan a las malas influencias espirituales. Liberarse de una perturbación espiritual implica en cortar nuestros vínculos con las sombras. Las sombras exteriores se ligan por las sombras interiores.

Lo que me conecta con un espíritu maligno es el mal que alimenta mis actitudes e intenciones.

Lo que me une a un espíritu vengativo es mi resistencia en perdonar

Lo que me prende a un Espíritu triste es la tristeza que cultivo en mi corazón.

Lo que me hace atraer energías negativas es la negatividad en mi modo de pensar, hablar y actuar.

Allan Kardec, el codificador del Espiritismo, afirma que “si no existiesen hombres malos en la Tierra, no habría Espíritus malos alrededor de la Tierra”.

Y podríamos complementar: Si no existiese algún punto de maldad en nosotros, no habría Espíritus malos alrededor de nosotros.

Por lo tanto, debemos observarnos a nosotros mismos para identificar por qué puntos nos estamos uniendo a las malas influencias. Con absoluta certeza, nuestras imperfecciones morales son los puntos de contacto.

La mejor técnica para alejar un mal Espíritu es tornarse el hombre un espíritu bueno.

Y, para que podamos repararnos mejor, el Espíritu Sheila, a través de Chico Xavier, nos ofrece una lista de diez signos de alarma que indica en qué momentos nos acercamos a una perturbación espiritual: 10

 Cuando entramos en la faja de la impaciencia.

 Cuando creemos que nuestro dolor es mayor.

 Cuando pasamos a ver ingratitud en los amigos.

 Cuando imaginamos maldad en las actitudes de los compañeros.

 Cuando comentamos el lado menos feliz de esa o aquella persona.

 Cuando reclamamos aprecio y reconocimiento.

 Cuando suponemos que nuestro trabajo está siendo excesivo.

 Cuando pasamos el día exigiendo el esfuerzo ajeno, sin prestar el más leve servicio.

 Cuando pretendemos huir de nosotros mismos, a través del alcohol o de entorpecimientos.

 Cuando juzgamos que el deber es apenas de los otros.

Vamos a meditar esos puntos, reflexionando que a través de ellos podemos sumergirnos en un patrón de energías negativas que traerán vergüenza a nuestra vida. Y si ya nos sentimos conectados con estas fuerzas perturbadoras de nuestra paz, busquemos ayuda espiritual en el templo.

7. Consulte en El Libro de los Espíritus, Allan Kardec, capítulo IX, el tópico que estudia la influencia oculta de los Espíritus en nuestros pensamientos y actos.

 (8)Ver cuestión 466 de El Libro de los Espíritus sobre los motivos por los cuales podremos ser influenciados por los Espíritus imperfetos.

(9) El Evangelio según el Espiritismo, Allan Kardec, cap. XII, punto 6

NO TE SIENTAS SOLA CHICO XAVIER

NO TE SIENTAS Sola

 Por el Espíritu Isabel Cintra

Del libro: Relicario de la Luz. Medio: Francisco Cândido Xavier.

Mí bendecida amiga:

Dios nos ampare.

… Este es el camino de la resurrección – el camino que vences, palmo a palmo, centímetro a centímetro, – bajo la cruz redentora de la prueba.

Sentimos, sobre las piedras que cubren el suelo, la gloria solar de las cumbres…

Jesús, con los brazos abiertos, esperando nuestro triunfo espiritual…

La contemplación de la eternidad, como premio sublime a los pies sangrantes…

La paz de la comunión con la luz divina, a través de un cielo resplandeciente en la propia conciencia…

La alegría silenciosa del corazón que se ha unido para siempre con el amor y la verdad…

Y nuestra alma inquieta suspira por transportar, al precio de la renuncia misma, hacia ese paraíso de la victoria íntima, a todos aquellos a quienes somos devotos en el campo salvaje del mundo…

Pero el Divino Maestro, conductor infalible de nuestros pasos, desde la copa del mismo árbol que le servía de trono hasta la exaltación imperecedera, nos asegura, sin palabras, que el angosto pasaje del Calvario no admite más que un corazón.

Cada compañero tendrá su día y su marcha, por el gran entendimiento…

Los tesoros adquiridos a través de la experiencia y el dolor son intransferibles.

Sería necesario que la fuente viva del entendimiento fluyera a través de todas las criaturas al mismo tiempo.

Y eso es realmente imposible.

Por eso os pido, todavía y siempre, valor y serenidad.

Es en esta soledad interior, que a veces se vive con tanta intensidad, que llegamos a escuchar la voz del Excelentísimo Pastor.

La felicidad terrestre es como un ruido entumecido para la conciencia. Nos distrae.

Desintegra los impulsos de fe en nosotros. Impone la postergación indefinida de nuestro viaje para mejor. Nos obliga a olvidar la bendición de las horas y, casi siempre, nos hipnotiza en las sombras de la inutilidad. Sin embargo, el sufrimiento mantiene la virtud de la visión, despertándonos a las realidades edificantes de la vida.

Sin duda, muchos temen el contacto con él, buscando escapar de sus lecciones renovadoras; pero el tiempo es el químico milagroso de la Sabiduría Eterna, que rige nuestros destinos, y, en el camino infinito, que nos toca recorrer, aparece invariablemente el día de nuestra transformación…

Alabemos, pues, la lucha que nos llamó a la ascensión, y encomendemos al Señor a nuestros seres queridos.

En ese acto de entrega de nuestra alma radica la renuncia a nuestros deberes.

Seguiremos ayudándolos con todos los recursos a nuestro alcance, pero centrando nuestras esperanzas en el Amor Mayor. Permaneceremos al lado de los que fueron puestos por la Bondad Celestial, junto con nuestro cariño, movilizando posibilidades y energías a su favor, pero continuando, íntimamente, en nuestra sublime peregrinación hacia lo Alto, venciendo tempestades de lágrimas y espinos de sacrificio, porque en además de todo lo que representa el mundo de nuestro yo, resplandece con la devoción de Jesús, único sol capaz de recalentar nuestro espíritu cansado, revigorizándonos para la ascensión definitiva a planos superiores.

Ayudemos sin apego.

Enseñamos en silencio.

Apoyemos, en la medida de nuestras fuerzas, a quienes se nos acercan; pero esperemos la ayuda de Arriba, cuando se trata de nuestras necesidades.

No te quedes atrapado en la red de la angustia.

El único fin de la aflicción es trasladarnos de la Tierra al Cielo, de la deuda al rescate, de la sombra a la luz.

No temas.

Delante de nosotros sigue aquel Amigo Inmortal que, entregándose al martirio y a la muerte, trazó, para nosotros, el camino angosto que nos llevará a la salvación.

Aceptamos los instrumentos con los que el Escultor de la Eternidad pretende reajustarnos.

El llanto, la soledad, la amargura, la incomprensión en los que amamos, la sed espiritual, las heridas, las pesadillas, las vigilias dolorosas, las tormentas morales y los golpes en el camino representan el servicio del Buril Divino sobre nosotros. El camino de la piedra que obedece con seguridad desde el fondo de nuestras imperfecciones Jesús sacará más tarde la obra maestra del Universo, nuestra alma, refinada para el esplendor de la perfección.

No te sientas solo.

Somos una gran familia en el espacio y el tiempo, en busca de nuestro hogar imperecedero, el hogar que nos espera, más allá, para integrarnos con todos nuestros afectos. Confiemos en Jesús.

Incluso si todo conspira contra nosotros, busquémoslo. A través del sacrificio mismo, aprenderemos, con él, el camino real hacia la verdadera victoria.

Sigamos juntas, en el santuario del trabajo y de la oración y, contando con tu firmeza de espíritu en todas las etapas de nuestro camino, la vieja amiga y reconocida hermana te abraza.

SED DE VENGANZA

SED DE VENGANZA

Libro: Historia de un Sueño

De La serie de Becerra de Meneses

Nosotros los que nos llamamos vivos, somos sino los muertos, porque la verdadera vida es la del espíritu libre, y la vida de la Tierra, la corpórea, es la del espíritu  encarcelado en el cuerpo, que le sirve de instrumento providencial de expiación, a fin de limpiarse de las máculas de sus transgresiones a la  ley del progreso, que conduce a Dios; nosotros, los hombres, cuantas veces sentimos una disposición espontanea para el bien o para el mal y atribuimos ese inclinación a nosotros mismos, según las circunstancias del momento.

Si nos dijesen, antes de la luz que nos da la revelación espirita, el, espiritismo, que, muchas veces, tal movimiento, tales disposiciones y resoluciones a la que somos llevados resultan de influencias benéficas o maléficas de seres extraños que actúan fluidamente sobre nosotros, nuestra respuesta seria la risa de escarnio, de desprecio o la compasión. Entretanto, en que pese a los que no admiten la existencia del espíritu y a los que, a pesar de admitirla, protestan contra la comunicación de los vivos con los muertos, la intervención de estos en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones es un hecho hoy tan experimentalmente probado como fue para Galileo el del movimiento de la Tierra, por todo el mundo rechazado.

Vi claramente las escenas de extrañas influencias modificando mis disposiciones en la terrible cárcel en la que me debatía contra las circunstancias, que aunque yo juzgase casuales, eran providenciales, conforme,  me reveló Bartolomé de los Mártires, para que yo hiciera la prueba que se suponía iba a rescatar mi odioso pasado. ¡Nada es casual! ¡Todo es providencial! Vi aquella buena mujer insinuándome la resignación, para que mi prueba fuese tal cual me comprometí a realizar, cuando pedí y alcance la nueva existencia reparadora. Y sentí un fresco apaciguar de la furia de mis pasiones alentadas, despertadas por el odio desenfrenado y el ardiente deseo de venganza, hasta el punto de reducir la hoguera voraz a simples ascuas cubiertas de cenizas. Poco después, vi aproximarse al negro espíritu, soplando las cenizas, arrojándolas a las brasas el mejor combustible que descubrió en mi corazón, para encender de nuevo el mal extinguido incendio.

 Y sentí, aún más espantosamente, el volcán que alimentaba el odio y venganza, perdí esa idea que vagamente me vino: de este gran mal puede surgir un gran bien.

Si no fuese por la sabia explicación de mi angélico protector, terminaría yo hoy, perdido en la falsa comprensión de que el hombre es un títere en las manos de los espíritus desencarnados.

Resople, sin embargo, con aquella explicación de que, aunque influenciados por los espíritus, tenemos el derecho y el poder de resistirnos, porque somos seres dotados de libertad, que el propio Dios no constriñe por amor a su justicia, ante la cual no habría responsabilidad si fuéramos arrastrados por extrañas voluntades.

Y el joven príncipe se dejó arrullar, muy libremente, por las insinuaciones de la buena mujer, porque ellas le hablaron a la razón, y se dejó arrebatar por el mal espíritu con la misma libertad, cambiar los sentimientos ruines, mal apagados en su corazón.

Esclarecido sobre este punto que me levanto peligrosas dudas, pregunte al ángel:

— ¿Y ahora?  Él va a precipitarse en el abismo.

— A otro más hondo descendió el en la existencia pasada y, sin embargo, no quedó allá sepultado eternamente, como erróneamente os enseñan. Lee Isaías, lee la parábola del hijo pródigo y os convenceréis de que Dios no quiere la muerte de ningún hijo y que la salvación es universal. Los que se apartan del camino recto, trazado por la ley de salvación, descienden, por su única voluntad, a abismos más o menos profundos y retardan, también oír su única voluntad, el día de su glorificación; con todo, no perseveraran eternamente en el error y, una vez que a él renuncien, subirán de los abismos y se elevaran a las regiones sempiternas.

«Pero yo subí de un abismo porque me arrepentí de mis iniquidades, y allí me encuentro a punto de lanzarme sobre él de nuevo.

– Efecto de la libertad, que, si da frutos amargos, produce, sobre todo, frutos de vida, estos si, son eternos, mientras aquellos, transitorios. Y fíjate cómo ya has cambiado, aunque no completamente, algunos de los primeros por los segundos. Paulatinamente, gradualmente, y la repugnante oruga se convertirá en mariposa de alas irisadas. Si cayeras, todavía, en un nuevo abismo ya será menos profundo que el anterior, porque, en los cortos años de aquella tú existencia, hiciste que tú gente diese largo paso en las vías del progreso, y tú mismo lo diste. No vomitaste toda la bilis otra (expresión latina bilis ater, más comúnmente traducida por “atrabilis”.) y, por eso, aun te podes envenenar con la que guardaste. Más, allá de este resto no puede producir el efecto de toda la que habías acumulado, agrega que, en la caída de los espíritus, impera la misma ley de elevación.

Los espíritus —continuó Bartolomé de los Mártires— cuanto más se desmaterializan a través de su purificación, más ligeros se vuelven y más alto se elevan y se elevan, hasta donde la atmosfera moral de los mundos es tan leve como ellos. Ni una línea más allá ni una línea más corta. ¡En perfecto equilibrio!  Descendiendo, por el peso de su materialización, ellos paran donde encuentran una atmosfera de peso igual al suyo.

Ni una línea abajo ni una línea por encima.. ¡Perfecto equilibrio! Ahora, tú pesabas mucho más en la vida anterior a esta que estudias, porque pensaste en el mal, sentiste y practicaste apenas el mal; y, pues, descendiste muy hondo, para encontrar tu equilibrio moral. En esta, sin embargo, cuyo cuadro te es presente, mucho te depuraste y, aunque caigas, encontrarás tu nivel, tu equilibrio, muy por encima del pasado.

Eso ya es una animación, hijo mío, obra del amor del Padre, que, sin herir Su justicia, la unge siempre con Su misericordia.

— ¡Sublimados conceptos! — exclame, en el auge de una alegría que me brotaba del interior, como de una roca revienta pura y cristalina linfa.

Y, habiendo dado expansión à aquel entusiástico sentimiento, volví los ojos para mi estado, al que me fijaba con tanto fervor, como si no supiese que nada más podía el influir sobre mí, hoy, como si de él pudiese depender mi suerte para el futuro.

De rodillas, derramando lágrimas de amor celestial, estaba la buena mujer, que no desanimaba de poder nuevamente atraer para si al amado de su vida, que le había sido robado en el momento de cantar victoria. El joven, con furia, grujiendo por la amada esposa, abría los brazos como para llamar junto así a la que le excitaba los sentimientos feroces. Sin embargo, talvez en virtud de la oración de la mujer, estaba tomado de espanto y de rabia incandescente, por sentirse preso y no poder volar a la llamada de su víctima. De repente volviendo sus ojos alrededor para descubrir la causa del hecho extraño, encontró orando a la humilde sierva de Dios.

Se levantó para echarlo de allí, más quedo como preso a un poste. Casi reventó de rabia.

— ¿Eres tú, desgraciado, quien con tu magia entorpeces mi paso hacia la satisfacción de mis deseos?

11. “Para siempre.»

12. “Paulatinamente, gradualmente.

LA HIPÓTESIS DE LA LOCURA DE LA SERIE BECERRA DE MENESES

LA HIPÓTESIS DE LA LOCURA

Tumbado sobre la cama, mas no pudiendo conciliar el sueño, no solo por las condiciones de su prisión sino también por el estado de espíritu, el condenado tuvo un principio de calma que parecía resignación más era conciencia de su incapacidad de reaccionar. Aun mismo así, ya era un largo paso para su descongestionamiento moral.

Si pudiese, saciaría el odio y la sed de venganza; viendo, sin embargo, que no podía, no se revelaba como antes, se sometía a  la ley de su tempo, que era la de la fuerza.

A veces se le cruzaba por la cabeza una idea que le hacía estremecerse: ¿quién sabe, si todo esto no es para bien? Sin embargo, tan lejos estaba de comprender como del mal se arranca el bien, lo que pronto desterró esa idea de su cerebro. Ella, sin embargo, volvía a la superficie como una mosca molesta y siempre volvía al suave soplo de fluidos venidos de la mujer que no lo dejaba.

—¡Que locura! — exclamó, al final, asqueado. — ¿Qué bien me pude advenir de este infierno. Solo sé que es bien para mi verdugo, de quien no podre vengarme.

Mas, reflexionando, luego decía:

— Esa insistencia es como la que experimentaba, cuando me venía una idea fuera de las normales habituales de mi pueblo.

Reflexionaba, pues, y hacia más: discutía la idea, o que vale por estar dispuesto arecibir una nueva verdad.

— ¡Es el principio de la respuesta a mi pregunta! —exclamé, notando aquella modificación.

— Aprecia bien, hijo mío, porque aquel sentimiento, en un espíritu lúcido, no da mérito; mas, no que está inmerso en tinieblas, ya es luz, es principió de salvación.

Todo en justicia. Al que tiene poco se pide poco y mucho se pide al que mucho tiene.

Reflexionando sobre ese concepto quede maravillado por la sabiduría con que son dispuestas todas las cosas, tanto las del mundo físico como las del mundo moral. Y hay quien, a despecho de ese orden, cuja verdad entra natural mente por la razón, por la consciencia, por el alma, duda de la existencia de un ser que la determina.

— Hay, si, y debe haber, hijo mío, porque la unidad procede de la variedad; el orden, de elementos contrarios; la harmonía universal, de la infinita diversidad de funciones. Ve el cuerpo humano, compuesto de órganos diferentes, teniendo cada uno su función y concurriendo todos para la unidad, el orden, la harmonía que mantiene la vida. Esos infelices, que miran y no ven, ejercen una función necesaria al plano grandioso de la creación. ¿Que sería el universo, digamos, la humanidad, si todos tuviesen el mismo grado de progreso, viesen con igual luz la verdad, la posesión es su destino? Sería un mar muerto, cuyas aguas nada producirían, porque el movimiento es la vida universal. Las aguas agitadas del océano generan, por su movimiento, los elementos de la vida y alimentan una infinidad de seres. En el mundo moral, sucede lo mismo: El choque de las ideas, de los sentimientos, de la luz que esclarece hasta a los propios que concurren para ella, repudiándola. Dios no creo hijos desheredados – termino diciendo -, más dispuso que cada uno se haga merecedor de la herencia que talló para todos. Lo que hoy repele la luz de la verdad, mañana se abrazará a ella, por circunstancias que a todos son proporcionadas y que por todos serán aprovechadas, más tarde o más temprano.

Mira para lo que fuiste y para lo que ya eres.

Mientras hoy bebí tanta luz en las sabias palabras del angelical Bartolomé de los Mártires, en aquel momento, estaba envuelto en la oscuridad de mi gran atraso. El príncipe procurava repeler la idea importuna, había de ser un bien para él lo que estaba sofriendo, y cuanto más se esforzaba en aquella intuición  más se prendía a la loca idea.

Loca, si, decía para si mismo, porque locura es pensar que yo pueda ser feliz, siendo infeliz. Solo… es… es la única hipótesis… Solo si hay otra vida después de la muerte, más eso es locura aún mayor. Siendo así, el que sufriese aquí podría, por obra de ese sofímente, recibir allá la compensación. En tal caso, esta debería ser proporcional al sufrimiento y hartamente debería yo recibirla, visto que nadie, en este mundo, tuvo sufrimiento igual al mío.

El joven lo llamó locura, pero se estaba empapando de locura hasta el punto de sentir el deseo de que esa hipótesis fuera cierta. Era el egoísmo, hijo de la desesperación de querer aun ser feliz en la vida corpórea, más también era un paso para la verdad.  ¡Oh! si fuese así… pero estoy loco! Nunca más podre saciar este odio y esta sed de venganza: es todo. Yo… yo también lo pensé que fuese una locura la idea de la igualdad de los hombres, y sin embargo era cierta, tanto que todos la aceptaron. Si fuese una idea falsa, el sentido común, que es la ciencia de la masa popular, la hubiera repelido, y yo mismo siento que esa es la verdad absoluta.

Puede ser, puede ser y es una suerte que así sea.

En este punto del singular soliloquio, vi acercarse al joven, ya medio pasivo por el influjo de la buena mujer, un espíritu cuyas vestiduras eran más negras que el carbón.

Se rio de manera satánica y arrojó fluidos sobre el infortunado. Inmediatamente, como si le hubiese tocado una corriente eléctrica, lo vi retorcerse, a la altura del mayor desespero, y clama con furia:

— ¿Mas ella, mi amada, que harán de ella los miserables, desde que no la puedo defender?

¿Cómo podría aceptar esta desgracia, si ella implica la de mi amada?

Seré capaz de aceptar todo sobre mí; pero en cuanto a ella, ¡ay! no hay nada que ponga límites a mi ira. Podré -y ya lo estaba haciendo- olvidar el mal que me hacen, más el que le hacen a ella no, ni siquiera en el momento de mi tortura. Vida de mi vida, sé que vas a sufrir mucho por mi causa, mas cree, me ángel, que tu sufrimiento es la llama ardiente que calcina todo mi ser.

El espíritu recién llegado nadaba de alegría y, al mismo tiempo, la buena mujer tristemente cubrió su rostro con su manto.

— ¿Mas como puede — pregunte yo— un espíritu superior ceder el lugar a un inferior, y el que trabaja para el bien ceder al que trabaja para el mal?

— Es la soberana ley del libre albedrio, a la que ni el propio Dios pone límites. El hombre es señor de su destino, es libre enteramente de prestar oídos al que lo llama para el bien, como al que lo llama para el mal. Ni uno ni otro puede imponérsele, así como ningún de los dos puede imponerse al otro. Se presentan — actúan sobre el hombre — y es este, por su libre albedrio, que prefiere las sugestiones de uno a las del otro. El bien tiene tanto derecho a hacerlas como el mal, y solo al sugestionado cabe elegir entre los dos.  Aquel infeliz ya iba cediendo a la influencia del bien, sin embargo su naturaleza atrasada era un embarazo a la completa sujeción.

Apareció el malo, cuya naturaleza estaba más en armonía con la suya, y, pronto, se entregó a él. Un día sucederá lo contrario: tu naturaleza aceptará los discursos buenos y repelerá los de los malos. Este día ya está cerca de ti.

PERDIDA DE UN SER QUERIDO MERCHITA

PERDIDA DE UN SER QUERIDO

Inmensas caravanas de emigrantes de la Tierra, llegan al Más Allá, procedentes de los más variados rincones del Orbe, llevan impreso en el espíritu, las señales vigorosas que reflejan los últimos instantes transcurridos en el vehículo celular.

Llevan consigo el equipaje de los hechos acumulados durante su tránsito por el mundo de las expresiones físicas. La desencarnación no modificó sus hábitos ni costumbres; no les otorgó títulos ni conquistas, no les quito méritos ni realizaciones. Cada uno se presenta tal cual vivió. No existe el milagro de la transformación.

Llorar a los muertos es hacerles sufrir, ya que la muerte no existe, a pesar del concepto que tengan los materialistas y muchos religiosos… Morir es renacer, volver el espíritu a su verdadera patria, que es la espiritual.  ¿Por qué entregarnos a la desesperación o al desconsuelo, si los que suponemos muertos están vivos?

La ausencia del ser querido es la que nos suele torturar, a veces no existe en el ser la duda de que sigue viviendo. Pues lo que sentimos es la de su presencia a nuestro lado.

Y este es el gran equivoco, la ausencia que nos falta es la del cuerpo, pues el Espíritu que ama jamás se aparta de los que han quedado en la retaguardia, mientras se lo permitan sus nuevas posibilidades. Y cuando pueden intentan, comunicarse…

Nadie muere, la muerte es una ilusión de nuestros débiles sentidos, y de los muy pobres códigos conque pretendemos descifrar los designios divinos no consiguen traducir l magnitud de las excelsas leyes de la vida.

Siendo la muerte un nuevo nacimiento hace que los verdaderos amores, lejos de distanciarse ante la realidad del despertar espiritual, se estrechen aun más y se transformen en lazos de una incomparable belleza y en promesas de una luz insuperable y continúan palpitando los nobles sentimientos que se mantenían en la jornada vencida.

Desde la cuna al sepulcro, marchamos bajo la tutela del Señor, asistida por abnegados desencarnados que no desfallecen en sus deberes de guiarnos por el rumbo ennoblecedor.

Las voces de nuestros hermanos mayores, nos dicen que recordemos que la vida es corta. Y que mientras dure debemos esforzarnos en adquirir lo que venimos a buscar, que es el verdadero perfeccionamiento. Luchando con valor contra las viles pasiones, y de vemos hacerlo con el Espíritu y el corazón, corrigiendo nuestros defectos, suavizando el carácter y fortificando la voluntad. ¡Que el pensamiento se aparte de las vulgaridades terrenales y se abra orientado hacia el cielo luminoso!

Recordando que todo lo que es material es efímero. Las generaciones pasan como las olas del mar; los imperios se derrumban, los mundos mismos desaparecen y los soles se apagan; todo pasa y se desvanece. Pero hay tres cosas que resplandecen por encima del espejismo de las glorias humanas, que son: la Sabiduría, la Virtud y el Amor. ¿Conquistarlas con nuestros esfuerzos, y cuando las hayamos conseguido, nos elevaremos por encima de lo pasajero y transitorio, para empezar a gozar de lo que es eterno!

Nunca olvidemos el socorro que debemos a los que parten al otro lado de la vida, nuestra oración fervorosa y nuestras vibraciones de amor y de cariño, nuestro recuerdos de sus buenos momentos vividos a nuestro lado harán que él se sienta fortificado y se decida a despertar y reconocerse ante Dios que vela por todos y que siempre nos aguarda en nuestro regreso…

LA SAL DE LA TIERRA CARLOS DE LUCCA

LA SAL DE LA TIERRA

Vosotros sois la sal de la Tierra; y, si la sal fuera insípido, ¿con que se ha de salar? Para nada más sirve sino para lanzarla fuera y ser pisoteada por los hombres. Jesús

Mateos 5,13. Biblia Sagrada, Sociedad Bíblica del Brasil.

Con esas palabras alegóricas, Jesús habla directamente con nosotros, mostrando cual es la misión que nos cabe en el mundo: “Vosotros sois la sal de la Tierra”.

Una de las propiedades básicas de la sal es la de realzar el sabor de los alimentos; la comida sin sal es comida sin gusto. Precisamos colocar sal en nuestra vida, pues de lo contrario la vida se torna insípida, esto es, sin sabor, tediosa. Temperar nuestra vida con sal significa:

1. Poner en acción nuestras capacidades y talentos, ofreciendo lo mejor de nosotros mismos en las tareas y situaciones en las que estemos envueltos, sea en el campo profesional, social, familiar o espiritual.

2. Tener buena voluntad para con las personas que se cruzan en nuestro camino, sobre todo con las de temperamento difícil; y buena voluntad para las situaciones adversas que desafían a nuestra capacidad de superación.

Con Jesús, aprendemos que precisamos realzar lo que tenemos de mejor, destacar la parte buena de las personas y situaciones que nos rodean, procurando realizar lo mejor a nuestro alcance. Si no actuáramos así, nuestra vida pierde sentido, nos tornamos inútiles y la debilidad nos dominará. Inevitablemente seremos “pisados por los hombres”, como afirmó Jesús, queriendo decir que seremos derrotados por la fuerte corriente de las adversidades humanas.

El Maestro de Mazaré también implica que la mayoría de las cosas de la vida están inacabadas, es decir, el hombre está llamado a ser sal de la tierra para ofrecer su contribución personal a la obra de Dios. Estamos llamados a dar nuestro toque personal. Por eso no podemos aspirar a una vida sin desafíos, al contrario, es en la superación de los desafíos que el hombre encontrará el sentido propio de la vida al descubrir que puede hacer en menor medida. Ahí reside la comprensión de la expresión bíblica: “Vosotros sois dioses”.4

 Cuando nos tornamos sal da Terra, abandonamos la mediocridad, el prejuicio, la inseguridad y el miedo, cuyos comportamientos son la causa de la gran mayoría de nuestros problemas. Nuestra autoestima también se fortalece, y realizamos todo el potencial divino que mora en cada ser humano. Cuando somos la sal de la Tierra, pasamos a ser colaboradores activos de Dios y no críticos de su obra.

Por tal razón es que en la vida muchas cosas vienen sin sazonar. Nosotros es que precisamos colocar la sal en la medida cierta.  

Todo comienza en mí. Necesito ser el cambio que quiero ver en mi vida.

Muchos quieren una vida mejor, más no se tornan personas mejores.

Toda acción transformadora principia por la transformación de nosotros mismos. No adelanta esperar por el cambio de fuera sin el cambio de dentro. Nada cambia si yo no cambio. Tenemos la libertad de elegir en lo que deseamos transformar nuestra vida.

Yo puedo tornarme una persona sin gracia o una persona muy interesante.

Puedo apagar mi brillo o puedo hacer brillar mi luz conforme Jesús nos propone.

N.T. João 10, 33-35.

El trabajo profesional en sí mismo no es ni bueno ni malo, depende de cómo lo haga.

El matrimonio, por sí solo, no es una institución condenada al éxito o al fracaso, depende de cómo cada uno de los cónyuges se ponga en la relación.

La vida no es ni buena ni mala, depende de lo que quiera enfatizar, si el fracaso o el aprendizaje, la enfermedad o la salud, tristeza o alegría, sufrimiento u oportunidad.

Como dijimos, la función de la sal es realzar el sabor de los alimentos, por tanto Jesús desea enseñar que precisamos dar destaque a lo que es sabroso en nuestra vida, aunque muchas personas insistan en realzar apenas sus amarguras. Así haciéndolo siempre estarán presas a la infelicidad. Tenemos una tendencia casi obsesiva de enfatizar lo que nos sale mal, olvidándonos de centrarnos en lo que va bien y terminamos con un sentimiento erróneo de que nuestra vida es una droga, cuando en realidad sólo una parte de ella no es de la manera que nos gustaría.

Y ese estado emocional negativo no nos estimula a colocar la sal en las situaciones que aún no son de nuestro agrado.

Nosotros somos los que damos sentido a las cosas.

Podemos estar reunidos en la mesa con la familia con todo tipo de requisitos, platos sofisticados, lozas y cubiertos finos, con empleados sirviéndonos, con todo, se no damos un sentido positivo a aquel instante la refección se torna sin gracia, rutinaria, más pareciendo un velorio que una alegre reunión en familia.

A menudo me encuentro recordando los alimentos que hacía mi madre cuando yo era niño.

Repito a la gente que nunca más podré saborear esos platos sencillos y apetitosos que preparaba D. Manuela. Recuerdo, con delicia, la bola de arroz, la ternera encebollada y los fritos de papas. Insuperado.

Mas últimamente estoy en duda si mi nostalgia era realmente por los platos que hacía o si era por la manera tan especial en que D. Manuela consiguió mantener contenta a la familia alrededor de la mesa.

No puedo ignorar las habilidades culinarias de mi madre, sin embargo, cuando yo me acuerdo de ella cantando junto al fuego, atenta en servir a todos con alegría y satisfacción, cuando yo me acuerdo de ella hablar con la buena conversación durante la comida, mis ojos se humedecen con lágrimas nostálgicas por un momento muy feliz de mi vida. Mi madre era la sal de la tierra en mi familia. Ella supo dar un significado amoroso a todo lo que hizo y a las personas que la rodeaban.

Esta labor de ser sal de la Tierra debe comenzar por nosotros.

Precisamos temperar nuestra propia vida con más alegría, optimismo, estar decididos a mirarnos con buenos ojos, a tener buena voluntad para con nosotros, tratar de realzar nuestros potenciales creativos y ponerlos en acción, no esconder nuestros talentos debajo de la Tierra como Jesús esclarecio.5

Hay mucha gente sufriendo en la vida porque no quiere tener el trabajo de crecer, desea que la comida este siempre pronta y hecha por los otros, olvidándose de que cada uno tiene la responsabilidad de elaborar su propio plato. Cada uno experimentará la propia comida que haga.

Durante la infancia, nuestros padres eran los responsables de nuestra alimentación emocional. Ahora que somos adultos, tal responsabilidad pasa a ser nuestra, por eso cada uno escoge y sazona lo que va cosechar. Si a su comida le falta condimento, no culpe a otros por eso. Probablemente dejaste de condimentarla. ¿Será porque se está olvidando de colocar los condimentos de la alegría, de buena voluntad, de amor y trabajo minucioso en la elaboración de su plato?

¿Qué ingredientes están faltando en su cocina? Acuérdese de no solo es el plato que usted va a comer sino que también es el plato que va a ofrecer a los otros. ¿Sera que a ellos les gusta su comida?

Sanar nuestra vida es moderar la forma como lidiamos en ella, poniendo esos ingredientes que la hacen deliciosa para vivir.

Renueve su forma de trabajar. Revise la forma como se ve. Modere la forma de tratar con las personas. Modere el modo vivir en familia.

Nosotros vinimos a este mundo para mejorarlo a través de lo mejor que tenemos para dar.

Vinimos para embellecer el mundo a través de nuestra belleza interior.

Vinimos a construir la paz en el mundo a través de la paz dentro de nuestro hogar.

Vinimos a tornar el mundo más justo a través de nuestra ética personal.

Vinimos a traer progreso a través de nuestro crecimiento material y espiritual.

Vinimos a acabar con la contaminación reciclando nuestros residuos de interior.

El mejor regalo que le puedo dar al mundo es mi felicidad, y la felicidad no dispensa una buena pizca de sal.

La persona que entendió bien estas cosas fue Gonzaguinha:

Vivir, y no tener vergüenza de ser feliz.

Cantar y cantar y cantar la belleza de ser un eterno aprendiz.

Yo sé que la vida debería ser mucho mejor, y será, mas eso no impide que yo repita: es bonita, es bonita y es bonita.

Tome cuenta de si mismo. Dios concedió la jurisdicción de sí mismo, es usted quien manda en usted en los caminos de la vida.

Herculano Pires

LA PARÁBOLA DE LOS DOS HIJOS CLOVIS TAVARES

LA PARÁBOLA DE LOS DOS HIJOS

Del Libro: Historias que Jesús Conto

De: Clovis Tavares

(Mateos, capítulo 21º, versículos 28 a 32)

Un hombre tenía dos hijos. Ambos vivían con su padre en una viña que pertenecía a la familia.

Un día, por la mañana, el padre llamo al hijo más viejo y le dijo:

—Hijo mío, hoy no irás al mercado de la villa. Ya hice yo todas las compras necesarias. Ve a trabajar en la viña.

El jovencito, que era tenido como un modelo de niño educado, por las atenciones que dispensaba a todos, respondió con toda la delicadeza a su padre:

— Si, padre, ya voy.

La verdad, sin embargo, es que prometió, mas no fue. Desearía ir al mercado, mas no trabajar en la viña, cogiendo racimos y más racimos de uvas. Quedo íntimamente disgustado con la orden del padre, mas, no quiso desobedecerle con palabras. Y pensó consigo mismo: “Desearía tanto ir al mercado hoy… Allí me encontraría con Joel y David… Y mi padre me mando vendimiar en la viña… No, no iré. Dije que iría, más no voy… No, no voy mismo…

Y no fue.

Al mismo tiempo, también, el padre llamó a su hijo menor, que era el desobediente de la casa. Muy rebelde, era considerado por sus vecinos “una pequeña peste”, lo opuesto al hermano mayor.

El padre también lo llamó y le dijo:

Hijo mío, hoy no tendrás que acompañar a tu hermano al mercado. Ya llegaron mis compras. Ve a trabajar en la viña.

El chico, que era muy impulsivo, respondió muy duramente al padre:

 – Yo, no… No quiero trabajar en la viña…

Y corrió. Al entrar en su habitación un momento después, se arrepintió de las palabras ásperas que le dijo a su padre y volvió a la sala para pedirle perdón. Y se fue, con la conciencia tranquila, a recoger los racimos de uvas en las frondosas viñas de su padre.

*

Jesús conto esta Parábola de los Dos Hijos, en Jerusalén, a los sacerdotes que dudaron de Su Misión y que no arrepintieron con las predicaciones de Juan el Bautista. Y es a los mismos sacerdotes a los que Jesús pregunta, al final de la parábola:

— ¿Cuál de los dos hijos hizo la voluntad del padre?

— El segundo.

Y Jesús les dijo:

— En verdad os digo, que los publicanos que roban y las mujeres que pecan entrarán en el reino de Dios antes de vosotros. Porque Juan vino, ejemplificando la justicia y la voluntad de Dios, y los pecadores lo oyeron y se arrepintieron de sus pecados, comenzando una vida nueva. Más, vosotros, que también oísteis a Juan, no os arrepentisteis ni creísteis en el.

*

¿Comprendes, querida niña, la Parábola de los Dos Hijos?

El hijo mayor era un muchacho bonachón, muy educado, atento, de buenos modales. Fue considerado por todos como un modelo de perfecta educación. Siempre respondía y hablaba con mucha cortesía y no lastimaba a nadie con palabras. Y así fue con su padre. Íntimamente, sin embargo, era un rebelde, que sólo hacía lo que quería, sólo le gustaba hacer su propia voluntad y caprichos. Respondió con delicadeza a su padre: pero, no le obedeció. Era un rebelde “invisible”.

El segundo, el más joven no tenía los modales educados de su hermano. Era, muchas veces, duro con el lenguaje, pero en el fondo no era malo ni estaba enojado. Sabia reconocer sus errores, pedía perdón por sus faltas y terminó haciendo la voluntad de su padre.

En el camino de nuestra perfección espiritual debemos proceder como el segundo hijo de la historia. No nos hará ningún bien lograr la apariencia de persona culta, caritativa y cristiana, si interiormente no queremos hacer la Voluntad de Dios.

El niño mayor es el símbolo de las personas que aparentan mucha decencia, delicadeza y fe, pero son prácticamente desobedientes a la moral y a la ley de Dios.

El niño más joven es el símbolo del alma acostumbrada al error y a las malas costumbres, a la  desobediencia y a la brutalidad, más que reconoce sus errores,  se arrepiente sinceramente, pide perdón por sus faltas y luego hace lo que debía hacer,  obedeciendo la voluntad de Dios y no sus caprichos.

Que tú, querido hijo, tengas la facilidad del menor de la parábola para arrepentirte de tus faltas. Faltas con tu amigo padre, con tu madre bondadosa, con los hermanitos que Dios le dio…

Busque por encima de todas las cosas en la vida, en todas las situaciones y en todo momento, cumplir la voluntad de Dios sin discusiones y sin rebeldía.

La Voluntad de Dios es siempre el Bien, la Paz y la Verdad.

 Que usted diga siempre a Dios: “YO VOY, MI PADRE DEL CIELO” y valla. Usted cosechará las lindas uvas de paz y de sabiduría de lo Alto, de la bondad y de la verdad eterna.  Y por el amor que obedece, usted estará siempre con Dios…

EL ACREEDOR IMPLACABLE RICHARD SIMONETTI

EL ACREEDOR IMPLACABLE

Richard Simonetti

Libro: Historias que traen la felicidad

Mateo, 18:23-35

Uno de los temas preferidos de Jesús es el perdón.

Considerarlo tan importante que hace de él una condición imprescindible para el ingreso en las celestes bienaventuranzas.

Dice el Maestro:

El reino de Dios es semejante a un rey que resolvió ajustar cuentas con sus siervos.

Le trajeron uno que le debía diez mil talentos.

El talento era una moneda cuyo valor equivalía a doce quilos y seiscientos gramas de plata.

La deuda del siervo, por tanto, era inmensa, equivalente a ciento veintiséis mil quilos del valioso metal.

No teniendo el con que pagar, ordenó el rey que fuesen vendidos el, su mujer, sus hijos y todo cuanto poseía, para el pago de la deuda.

El siervo, sin embargo, postrándose a sus pies, suplico:

– Ten paciencia conmigo, señor, yo le pagare todo.

El rey se compadeció de él y, movido de compasión, le perdonó la deuda.

El siervo dejo feliz al palacio (ciertamente con la alegría de quien acaba de ganar la deuda acumulada.

En la calle, encontró a uno de sus compañeros, que le debía cien denarios…

El denario equivalía a cuatro gramas de plata.

Débito pequeño, por tanto. Apenas cuatrocientos gramas de plata

Cabría en la palma de la mano.

El siervo del rey agarró a su deudor por el pescuezo y casi lo ahoga, gritando:

– ¡Págame lo que me debes!

El deudor, cayendo a los pies, imploró:

— Ten paciencia conmigo, que te pagaré.

El, sin embargo, no lo hizo y procuro para que

fuese preso y preso quedase, hasta el pago de su débito.

Algunas personas, que vieron lo que se pasara, admiraron la intransigencia del siervo y fueron a contárselo al rey. Este lo mandó llamar:

— Siervo malvado, yo te perdone toda aquella deuda, porque me lo pediste. No debías tu, también, tener compasión.

Realmente, un absurdo.

¡El rey le perdono los ciento veinte y seis mil quilos de plata!

¡El no fue capaz de perdonar cuatrocientas gramas!

Indignado, el rey mandó prenderlo, diciéndole que no saldría de la prisión hasta que no pagase la deuda.

Concluye Jesús:

– Así también mi Padre Celestial os hará, si cada uno de vosotros, desde lo más íntimo del corazón no perdonáis a vuestro hermano.

La comparación es perfecta.

Espíritus atrasados, orientados por el egoísmo, habitantes de un planeta de pruebas y expiaciones, ciertamente traemos grandes compromisos con las leyes divinas, resultantes de infracciones cometidas en el pretérito. .

Algo tan pesado, tan grande, que Dios hasta nos concede la bendición del olvido, a fin de no ser embargados por el peso de nuestras culpas.

Y siempre que pronunciamos el Padre Nuestro, la oración dominical que mucha gente repite decenas de veces en sus rezos, estamos reconociendo que somos deudores, al rogar:

.. .perdona nuestras deudas…

Olvidamos la contrapartida, que condiciona el perdón divino:

.. .así como perdonamos a nuestros deudores.

***

André Luiz advierte que la acción del mal puede ser rápida, más nadie sabe cuánto tiempo llevará el servicio de la reacción, indispensable para el restablecimiento de la harmonía de la Vida, que rompemos con nuestras actitudes contrarias al Bien.

La tontería de un minuto puede resultar en décadas de sufrimiento para solucionar los problemas del daño que hacemos en nuestra biografía espiritual, cuando no ejercitamos el perdón.

Dos inquilinos de un edificio discutían las vacantes en el garaje colectivo. Se enojaron. Ellos gritaron. Se sintieron ofendidos por la inconsecuencia de los que dicen lo que piensan, sin pensar en lo que habla.

Uno de ellos inició la agresión física La víctima tomó un revólver y le pegó varios disparos, matándolo.

Ambos se comprometieron, infantilmente.

El muerto retornó prematuramente a la vida espiritual, interrumpiendo sus compromisos.

El asesino ha asumido deudas cuya redención requerirá muchas lágrimas y tribulaciones.

Eso sin hablar de las familias desamparadas, dada la ausencia de ambos: uno en el cementerio; y el otro, en prisión.

Y si el cónyuge y los hijos incurren en vicios y desajustes, favorecidos por la ausencia del jefe de la casa, todo esto será a cargo de ellos.

No pocas veces, estos malentendidos generan procesos obsesivos. El muerto se transforma en verdugo, impulsado por el deseo de tomarse la justicia por su mano.

Y nadie puede predecir hasta dónde llegarán las furiosas batallas espirituales entre los dos enemigos, uno en la Tierra, el otro en el Más Allá.

¿Todo eso por qué?

Porque no emplearon el verbo adecuado, en el ejercicio de sus acciones.

Usaron las represalias.

Cierto seria defenderse.

¡Defenderse siempre!

¡Nunca defenderse!

Lección elemental, en las enseñanzas de Jesús.

***

No es apenas el mal que hacemos a los otros, cuando no perdonamos…

Es, sobretodo, el mal que nos hacemos a nosotros mismos.

El rencor, la amargura, el odio, el resentimiento, son tan desequilibrantes que será siempre un acto de inteligencia cultivar el perdón.

Cuando yo era niño, mi padre tenía un perrito que parecía más una figurita, un Insignificante «tapa».

Pero, en lo que era de pequeño, le sobraba en valentía. Estaba tan irritable, ladraba tanto, que un día tuvo un síncope fulminante. ¡Murió de rabia!

Hay personas así, agresivas, impertinentes, neuróticas…

No llevan la calma a casa. Viven estresados, tensos, inquietos…

Terminan provocando trastornos circulatorios, que progresan en la hipertensión arterial.

Un día sufren un infarto fulminante.

Mueren antes de que puedan ser socorridas.

– ¡Buen pasaje! – dicen amigos. «Murió como un pájaro…»

Hermosas palabras, trágico error.

¡Y la peor muerte!

El Espíritu no dejo el cuerpo.

¡Fue expulsado de él!

Exigió tanto del organismo, con sus crisis de irritabilidad, que acabó por detonar un colapso. Fue como si el corazón explotase, incapaz de resistir las presiones del usuario.

Retomó prematuramente, como un suicida inconsciente/ habilitándose a estados penosos de adaptación a la vida espiritual.

***

Hay quienes se matan más lentamente. Se envenenan con resentimientos, penas, rencores…

Se ha demostrado que las personas sensibles son más vulnerables a enfermedades graves.

El cáncer, por ejemplo, no es más que una célula con un defecto de fabricación, que se multiplica, creando un cuerpo extraño en el organismo, un invasor letal.

Normalmente, esa célula eliminada por los mecanismos inmunológicos, surgen más tarde.

Cuando el resentimiento se prolonga, ellos son bloqueados y el cáncer evoluciona.

Es fácil concluir que perdonar es un acto de inteligencia. Es lo mínimo a ser hecho para que vivamos de forma saludable y feliz.

COMBATE INTRANSFERIBLE DIVALDO FRANCO

COMBATE INTRANSFERIBLE

Divaldo Franco

Libro: Terapéutica de Emergencia

El despotismo, que coarta la libertad, se hace verdugo de sí mismo.

 En consecuencia, el dominador arbitrario se convierte en dominado por las pasiones y circunstancias que le rodean.

Solamente la fraternidad que fluye del amor bien comprendido consigue donar libertad, creando un clima de respeto y entendimiento que promueve el progreso entre los hombres.

La intolerancia, que impone códigos de comportamiento y limita el derecho de pensar y actuar, comete desmanes y exagero, siendo vencida por una fuerza equivalente, en la justa de las ambiciones desmedidas.

Apenas la solidaridad, mediante el auxilio mutuo, construye valores de excelente calidad, que fomentan el enriquecimiento moral y social, propiciando paz.

La exigencia, que se arroga prerrogativas de excepción, inspira reacciones idénticas, que terminan por desconsiderarla.

Solo la tolerancia fomenta la enseñanza con eficiencia y conduce con sabiduría.

El Sol brilla para todos.

Todo y todos tienen derecho a la vida.

Lo que puede ser muy bueno para unos, quizá no sea lo mejor para otros.

Es muy buena idea realizar una medición de valores, entre lo que se sabe y lo que otros saben, lo que se conoce y es demasiado conocido, lo que es útil y para muchos necesario, tener una idea realista de las opiniones, conceptos, cosas y personas.

Los hombres están, por el mismo proceso de evolución personal, en escalones y escalas específicas, siendo necesario comprenderlos dónde están y como son.

Los que tienen un mensaje de renovación y esperanza de dar, debemos, mejor que otros, entender que nuestro trabajo se basa en el equilibrio perfecto a favor de una revelación elaborada con simpatía y amabilidad.

No nos proponemos combatir las demás personas, o sus ideas, o su forma de ser. Antes nos candidateamos a exponer nuestros temas, aquellos que nos felicitan, interesando a los que nos orlen y vienen a examinar nuestras informaciones, optando por lo que les parezca mejor.

 Pujadores de la verdad, sabemos que no se contiene, total, en nuestro enfoque de cómo considerar la vida, reconociendo que, quizás la nuestra sea una visión mejor y más clara, para resolver innumerables problemas que aquejan a la Humanidad.

Ejercitándola, ampliamos la capacidad de entenderla, facultándole el crecimiento en nosotros y creciendo con ella.

Así considerando, recordemos que en una discusión siempre se pueden encontrar tres colocaciones sobre la verdad: la de uno como la de otro litigante, que son siempre personales, y aquella que paira por encima de los individuos, la legítima y transcendental, que examina factores ignorados, causas desconocidas motivadoras de la ocurrencia en pauta.

Es urgente que estemos conscientes de la obra a realizar en nosotros mismos, primero, como combate intransferible e inmediato, a fin de seguir adelante.

El propio Jesús, que conocía la Verdad, jamáis la impuso, nunca entró en luchas verbalistas injustificables, no se detuvo en combatir la contra.

El Suyo, fue el combate a favor del bien, por el bien de todos, con amor, sin despotismo, ni intolerancia, o exigencia, enseñando el amor y amando con esperanza en el éxito final.

MARCELO RIBEIRO

BUEN Y SANTO MENSAJE RICHARD SIMONETTI

BUEN Y SANTO MENSAJE

RICHARD SIMONETTI

Libro: El Clamor de las Almas

Mi anhelada abuela Elena, inmigrante italiana, madre de mi padre, guardaba un deseo que se hacía siempre presente en sus oraciones.

Rogaba a Dios le diese un buen y santo pasaje.

No quería caer en una cama.

Que fuese rápido su retorno a la Vida Espiritual, con el corazón en paz, protegida por dedicados mentores.

Cuando llegó su hora obtuvo del Cielo la visa deseada.

Sufrió un AVC, o accidente vascular cerebral. Se rompió un vaso en su cerebro, promoviendo en breves horas su transferencia para más Allá del túmulo.

Sabemos, lector amigo, que la muerte súbita no es buena alternativa para el Espíritu. Partir de repente impone al desencarnado trauma y angustias a no ser que esté preparado para la gran transición.

Además de estar preparada, la abuela Elena tenía valioso atestado de aprovechamiento de la jornada humana en proficua existencia que se extendió a los setenta y cuatro años.

Mi abuelo Alfonso murió cerca de los cuarenta años,  sin dejar recursos para el sustento de la familia.

Viuda joven, con ocho hijos para criar, la abuela Elena lucho mucho, enfrento inmensas dificultades, más siempre confiaba en Dios y generosa con las personas.

***

La abuela tenía la convicción de que la muerte seria apenas un retorno a la patria común.

 No tenía miedo.

Todo lo que deseaba era una transición tranquila.

Esa conciencia de la inmortalidad no es común.

Las personas normalmente revelan creencia superficial. Creen vagamente en la vida futura, sin que eso repercuta en su día a día.

Eso puede ser constatado por la propia manera como se refieren a los muertos.

Cuando fallece un familiar querido, la persona lamenta:

Perdí a un hijo…

Perdí a mi padre…

Perdí a mi marido…

¿Si mañana su hijo, lector amigo, fuera a estudiar fuera o cambiase para otra ciudad, usted diría que lo perdió?

Obviamente, no.

Informara apenas que el está morando en otro lugar.

El verbo perder, en tratándose de la muerte, tiene una carga negativa, terriblemente desajustada.

Pasa a la idea de definitiva e intolerable privación.

Mejor decir que el hijo partió.

Es más leve, sugiere una separación transitoria que forma parte de los proyectos divinos para la jornada humana,  en favor de experiencias necesarias para nuestro crecimiento espiritual.

Algo de las ilusiones terrestres se va con los amados que parten, invitándonos a valiosas reflexiones en favor de una existencia más consciente y disciplinada.

La muerte es exactamente lo que el abuelo decía:

El pasaje de retorno a nuestra patria, al Mundo Espiritual de dónde venimos para las experiencias en la carne.

Será buena, sin traumas y perplejidades , si estamos preparados, cultivando aquellos valores espirituales que, según Jesús las ratas no roen ni los ladrones roban.

Será santa, habilitándonos al inmediato reencuentro con los amados que nos precedieron, si llevásemos la conciencia tranquila por el deber cumplido, en el empeño de servir.

Para la partida a los cielos, haga yo por merecer, como la abuela Elena, un buen y santo pasaje, con la certeza de que ella estará formando, con otros familiares queridos, un bendecido comité de recepción.

ALIBIO PARA EL SUFRIMIENTO

ALIBIO EN EL SUFRIMIENTO

El sufrimiento forma parte de la vida del Hombre, a causa de su imperfección, esto no quiere decir, que nos hemos de justificar de no sentir dolor por el sufrimiento de nuestros hermanos, pues el Evangelio nos enseña que la indiferencia ante el dolor del prójimo es un mal que debe y puede ser extinguido por la caridad. Procurar amenizar los dolores del prójimo es deber de toda criatura. Cuando buscamos aliviar las pruebas del prójimo, estamos también aliviando las nuestras y trabajando para nuestro progreso.

El sufrimiento es debido a que el hombre aún no se ha ajustado al Evangelio, que es Ley de la Vida. Con todo, no es sólo el sufrimiento el que redime: Jesús nos enseñó que el amor regenera a la criatura ante sus errores del pasado.

 Al lado de la ley según la cual nada queda impune delante de Dios, existe otra ley – la del amor – que preside, asesora y viabiliza el cumplimiento de la primera.

Aunque el sufrimiento sea un correctivo de los errores del pasado, al ayudar a nuestro semejante en su sufrimiento no estamos impidiendo que salde sus débitos, solo estamos aliviando su dolor, pues con nuestra ayuda no impediremos que se cumplan las pruebas de aquel que sufre. Al contrario, además de permitir que el salga de ellas con éxito, nosotros nos estaremos elevando, por haber practicado el amor a nuestro prójimo.

El dolor es una ley de equilibrio y educación. Más no por eso debemos pensar que los que sufren no deben ser socorridos. La Caridad nos obliga a ayudar a los que sufren.

Cuando ayudamos a un criminal, nuestro gesto de caridad podrá ser el inicio de su recuperación. Muchos criminales del pasado son, hay, por el mecanismo correctivo de la reencarnación, benefactores de la humanidad.  

El criminal es criatura que se encuentra temporalmente apartada del camino del bien y que necesita, no del olvido, sino de la comprensión y auxilio de todos nosotros.

Cuando hay ausencia de amor en nuestros corazones por los que sufren, es cuando pensamos que sus pruebas deben seguir su curso y nos damos por eludidos, sin intentar aliviarles.

Cuando nuestro comportamiento delante del prójimo es basado en el amor, no hay lugar para ponderaciones acerca de la causa y duración de su sufrimiento y una sola idea nos anima: la de auxiliarlo. 

Nuestra ayuda no podrá cambiar el curso de las pruebas del prójimo, ya que ellas deben seguir el curso trazado por Dios. Eso, no obstante, no impide que las amenicemos a través de nuestra asistencia y dedicación. Además, es posible que aquellas pruebas lleguen más rápidamente a su término, en razón de nuestra ayuda.

“Es verdad que el dolor extingue el mal y el llanto lava las tinieblas, más la indiferencia ante el dolor y el llanto del prójimo es también un mal que puede y debe ser extinguido por la caridad.”

Dios permite que algunas criaturas sean instrumento de tortura para otras, ya que dispensa nuestra participación como justicieros. Mientras tanto, nuestro Padre, respetando nuestro libre albedrío, se aprovecha de nuestras iniquidades para acelerar nuestro progreso. Nunca, no obstante, permite él que persona alguna sufra injustamente y ningún agresor quede impune.  

Los daños y sufrimientos, que infligimos a nuestro prójimo, es evidente que permiten a este el rescate de sus faltas y le acelera el progreso. Mas, no por eso, Dios está de acuerdo con el que yerra, cuyas faltas, igualmente, no quedarán impunes.

En resumen, ante las pruebas de nuestro prójimo, debemos utilizar todos los medios a nuestro alcance para suavizarles el sufrimiento, conscientes de que, probablemente, aquél sufriente es alguien que Dios confió a nuestra protección, a fin de ejercitar la caridad, colocando para eso, los recursos en nuestras manos.  

“Socorriendo a los que sufren estamos tejiendo, en el telar de nuestro destino, los hilos de la sensatez y de la bondad que nos preparan una túnica de luz para el futuro.”

Muchos sufrimientos tienen causas humanas, personales o sociales… Otros son consecuencias de nuestra frágil naturaleza humana… Pero queda siempre un margen de misterio… Muchos sufrimientos son evitables o superables.

SER INSENSIBLE ANTE EL DOLOR AJENO, DESHUMANIZA

El cambio está dentro de cada uno de nosotros.. Alimentar el egoísmo y la indiferencia solo nos endurece, nos deshumaniza, no nos hace mejores… vivamos para ser mejores… para enorgullecer a nuestros hijos y los hijos de otros… vivamos para los demás más que para nosotros mismos, pongamos la otra mejilla… humanicémonos… porque más allá de todas las diferencias, somos esencialmente iguales… y nunca sabemos si mañana podemos llegar a necesitar a ese igual al que hoy le volvemos la espalda…

TERAPIA MENTAL JOSÉ CARLOS DE LUCCA

TERAPIA MENTAL

Del libro: Cura y Liberación

De José Carlos Lucca

Las amarguras nos hacen sufrir, de ahí porque debemos interpretar quien nos ofende como a un enfermo. Si respondemos la ofensa guardamos con nosotros la caja de basura que nos fue lanzada. La enseñanza de Cristo es una verdadera terapia mental.

Chico Xavier

Lecciones de Sabiduría, organización de Marlene Rossi Severino Nobre, FE Editora Periodísticas.

En la visión de Chico Xavier, la amargura podría ser equiparada a una enfermedad transmitida por la bacteria de la ofensa y que se desenvuelve en nuestro organismo cuando no la combatimos con el antídoto del perdón. Cuando cobijamos la ofensa en nuestro mundo interior, cuando quedamos rumiando en la mente las palabras que nos dañaron y muchas veces partimos para la rebeldía , nos sumergimos en una lucha de basura energética, con todas las consecuencias negativas que tal conducta implica, siendo la principal de ellas la erupción de muchas enfermedades.

No podemos controlar lo que los otros dicen a nuestro respecto, tampoco las actitudes que tienen hacia nosotros. Mas si tenemos el control y

la responsabilidad sobre la manera de como reaccionaremos en todo eso. La amargura no es la única posibilidad que se tiene ante una ofensa. Usando un lenguaje figurado, Jesús propone que, si alguien golpea nuestra mejilla, pongamos también la otra.

1 Cuando Jesús pide para que lo hagamos así, en verdad el está enseñándonos ano actuar de la misma forma que el agresor, no devolviendo la ofensa, no devolviendo la agresión. Jesús está mostrando que tenemos otra opción además de la represalia.   Si devolviéramos la ofensa, estaremos nivelándonos a quien nos agredió, y así quedaremos con la caja de basura que nos fue lanzada.

La agresividad es un mal que hace mal a quien la práctica. Pagar el mal con el bien es la mejor defensa para nuestra paz. Muchas veces, nuestros problemas provienen del exceso de basura emocional que tenemos guardada a lo largo de la vida.

 Necesitamos hacer una gran limpieza en nuestra mente y tirar todos los escombros. El médium Chico Xavier afirmaba que el perdón es terapéutico, porque cicatriza las heridas emocionales causadas por las pedradas de las ofensas. No perdonar es cobijar al mal dentro de sí, y, como el mal atrae al mal, damos oportunidad para que surjan en nuestra vida molestias, perturbaciones espirituales, dificultades financieras, agresiones, accidentes, problemas amorosos, etc.

No perdonar es asumir para sí la ley de la venganza, con el consecuente retorno a nosotros mismos de todo el mal que haya salido de nuestros pensamientos, palabras y actitudes. Vamos a recordar que seremos juzgados por la misma ley que juzgamos a los otros, conforme nos enseñó Jesús

No perdonar es condenarse; perdonar es obtener la absolución para sí mismo.

Perdonar es soltar el dolor, es dejar de ser víctima.

Perdonar es no permitir que nuestra vida sea controlada por otros.

Perdonar es reconocer que la persona que nos ofendió también está herida y enferma.

Perdonar es abrigarse en un poderoso escondrijo contra la maldad ajena.

Perdonar es atraer la salud para el cuerpo y paz para el espíritu.

Perdonar es quitar todos los nudos que atan nuestra vida.

El perdón es un regalo que primero se ofrece a uno mismo.

Es un buen baño que tomamos cuando nos sentimos sucios.

Es estar acomodado en una cama suave y cómoda después de años de dormir en el suelo.

El perdón es el camino más seguro para quien quiere volver a ser feliz.

Quien desea cura y liberación para sea vida precisa hacer del perdón una práctica diaria y permanente. Comience ese trabajo ahora mismo, enseguida que termine de leer este capítulo.

Me gusta un ejercicio mental que hago imaginando mis heridas y mi culpa como globos que están atrapados en mi cuerpo. Todo lo que tengo que hacer para perdonar es quitar los que me atan a esos globos y soltarlos en el aire. Visualizo fuertemente los globos subiendo a las alturas hasta que desaparecen por completo de mi vista y de mi vida, y hago eso con inmenso deseo de querer desligarme definitivamente del mal que entró en mí. Sugiero que usted haga ese ejercicio sintiendo Jesús a su lado ayudándolo a soltar los globos y así llevarlos muy lejos de su vida.

Perdonar es eso: soltar, liberarse de algo que nos amarra al sufrimiento, dejar ir o que nos machuca. Mas es preciso querer soltar, querer desligarse, porque muchos prefieren aguantar el dolor o culpa de castigar a los que lo ofendieron o de flagelarse con el propio sufrimiento. Compararía esta actitud con un verdadero suicidio.

Quien no perdona a los demás ni a sí mismo se está matando poco a poco.

A Dra. Robín Casarjian, terapeuta americana, anota en su libro pesquisas científicas que identificaron como característica psicológica-clave de las personas con tendencia al cáncer una inclinación a guardar resentimientos y una marcada incapacidad de perdonar.

Por eso es cierto lo que dice Chico Xavier al afirmar que las amarguras nos hacen enfermar y que el perdón es una verdadera terapia mental, pues saca de la mente la basura que puede caer en nuestro cuerpo.

El perdón es de esa forma el más eficiente remedio para la cura y liberación de nuestros males. Mas la decisión de tomar el remedio es de cada uno de nosotros.

Estaré apoyándote y pidiendo a Jesús para que suelte los globos que están impidiendo tu felicidad.

El camino para tu felicidad no parte de las personas y de las cosas para llegar a ti; parte de ti en dirección a los otros.

Michel Quoist

http://www.frasesfeitas.com.br/?frases-feitas/por/Michel%20Quoist.

Acceso el 13 de septiembre de 2011

LA PRISIÓN DEL ESTADO DE LA SERIE BECERRA DE MENESES

LA PRISIÓN DEL ESTADO

De la serie Becerra de Meneses

Libro: Historia de un sueño

Las palabras de alta sabiduría que me fueron dirigidas por el buen ángel calaron en mi, proporcionándome tanta paz y felicidad como a ningún otro mortal de la Tierra. Sentía, sin embargo, un deseo, como quien siente blanda sed, de conocer el desenlace del terrible drama en el que me envolviera el ardiente amor por la bella paria de la sociedad de Venus. Mi guía, conociendo mi sentimiento, apunto el brillante planeta y dijo:

H== Ve y continua tú provechoso estudio.

Con la velocidad que solo el pensamiento posee, cuya rapidez es la mayor del universo, fui al punto que era el cuadro objeto de mis estudios. En una profunda cueva en la que mal penetraba el aire y donde reinaban espesas tinieblas, donde se respiraba con dificultad, porque la atmosfera, además de pesada, era húmeda y fétida, se veía, o antes, se vería, si hubiese luz, un poco de pala seca, destinada a servir de lecho a quien viniese habitar aquel horroroso sitio. Ni un banco o piedra que sirviese de asiento, ni una gota de *agua que pudiese saciar la sed, ni un pedazo de pan duro que matase el hambre. Quien entrase en aquella humareda incrustada en la roca, en medio de la tierra, que está pavimentada con grandes y pesadas losas, podría despedirse del mundo y repetir las palabras del poeta:

““Abandonad todas las expectativas los que entréis”.

Era la prisión del Estado, para donde iban apenas los condenados por crimen imperdonable, y, para tales, porque se incomodaron jueces y guardas?

En medio del pequeño espacio, que medía dos metros cúbicos “yo vi por los ojos del alma, una figura humana, como las de Venus, agazapada e inmóvil como uno de esos manipansos, descubiertos bajo tierra en el nuevo continente. Yo era de aquellos tiempos, yo que ya me era bien conocido por estudios anteriores, yo que fuera mandado para allá por mí no natural padre.

Al igual que un enfermo que en la  convalecencia de una enfermedad grave, por cualquier incumplimiento del medicamento o la precaución en las curas, siente el mal que aun lo tiene reaparecer. del mismo modo, el espíritu apenas desprendido de las influencias maléficas, hijas de su atraso, aunque se sienta bien dispuesto para enfrentar las claridades del progreso, se revela al choque  de un gran choque moral pierde, en un momento, lo que ganó en un largo trabajo y, a veces, en muchas existencias. No retrograda, sin embargo. Es que las mejoras aun no estaban sedimentadas dentro de él, aun eran más aspiraciones que sentimientos.

0 !0. “Abandonad toda esperanza, los que entráis.” Dante.

Mi inmovilidad, en medio del silencio de la tumba, tenía la expresión de rabia, dé odio, de un conjunto de sentimientos criminosos y blasfemos, que aterrarían al propio satanás de la leyenda bíblica. Si pudiesen explotar, harían volar estallidos al planeta, a la humanidad ya los propios dioses. No habiendo,  sin embargo, la mínima hipótesis de una erupción, tales sentimientos me hervían en lo íntimo como los vientos dentro de su caverna, según la sublime descripción del riianfuanó. Hervían, mas yo mismo tenía miedo de abrirles la válvula pues estaba inmóvil, inmóvil y absorto en mi propia furia. 

Si me dijesen, en aquel momento, que yo hice más de lo que me hacían, que volviese a la vida corpórea a reparar el mal que hice, sufriéndolo resignadamente, si me dijesen todo eso, y además, que de aquel lance dependería mi felicidad eterna, yo escupiría a la cara del perverso que me quisiese robar este gozo de mi odio, pues no podría nutrir la esperanza de la más cruel y gustosa venganza. ¡Mas como Dios es bueno! El tigre rugiendo de rabia, solamente contenido por esa jaula, ya comprende la incomparable dulzura de la sublime ley del amor y la siente expandirse en su alma al son de las armonías celestiales, pasando por la mente la imagen luminosa de un Dios que perdona a sus verdugos.

— Obra de la ley del progreso — Interrumpió el guía, a quien todo obedece, desde los mundos hasta los hombres, del progreso que, por infinitos modos, llevará a los hijos de Dios a su casa.

— Sí, lo reconozco por mí mismo, que ya estoy más cerca de este progreso que en aquellos tiempos.

— Y fue en ese oscuro infierno en el que te sumergiste donde hiciste el mayor ensayo para que vueles a regiones donde ya encuentras luz más clara y aire más puro.

Explícame, buen amigo: como de aquel mal yo pude sacar algún bien y de aquella perdición yo pude arrancar algún elemento de salvación?

— Nosotros, hijo mío, mostramos el camino, pero dejamos al peregrino el trabajar para quitar las vergüenzas, para que tenga el mérito del triunfo.

Continúa tu estudio y descubrirás, a través de él, las respuestas a tus preguntas.

Volviendo a mi cuadro, vi, a mis pies, pero separados por un muro fluídico, una mujer que se tapaba la cara con las manos. Lloraba como solo una madre puede llorar por el hijo desgraciado. ¿Quién será?, me pregunté. Y sin duda ella me dio el ser en una existencia pasada y que, ya más avanzada, viendo al hijo de sus entrañas  sumergirse en el abismo del que salió, viene a calmarle sus dolores, suplicándole consuelo.

— Es cómo piensas, hijo mío; y también fue tu guía en ese momento. Guía no es solamente el espíritu, puesto por el Señor junto a cada uno de  sus hijos, más también son  de aquellos a los que están atados por los lazos de su corazón. El padre carnal es el guía visible para los niños y continuará protegiéndolos después de dejar el cuerpo. En general, el hombre tiene al guía que le da el amor del Padre Celestial y a los que conquista por su amor. Esa mujer era tu madre, te amaba profundamente y, porque su elevación estaba muy por encima de vosotros, fue elegida por el Señor para guiaros. Feliz al verlo perseverar en el buen camino, ella siempre os acompañó y hoy es ella quien os habla.

«¿Es, entonces, la que me ha   conducido desde ese estado ínfimo hasta mi condición actual?

Sí, progresando al mismo tiempo que tú estabas progresando.

-¡Oh!  ¡Entonces yo me salve de aquella borrasca!

No depende de otros, sino de ti, tu propia salvación.

— Así es, sin embargo, los que están bien acompañados son más propensos a no perderse.

El ángel se rio, y yo, volviendo al estudio, vi a la mujer orando y elevándose a los aires como una nube de humo blanco, que subía, subía, hasta que ya no podía más verla.  De repente se levantó el desdichado condenado y, llevándose ambas manos a los ojos, lloraba. Llorar es regar de fresco rocío el incendio labrado por el alma; es sentir la tortura de acervado dolor y el deseo de calmarlo; es tener esperanza, y la esperanza es el inicio de la fe. Quien llora esta abierto a los dulces sentimientos, a las resoluciones razonables. El condenado se irguió y lloro.  Al mismo tiempo, vi debilitarse la muralla que lo separaba de la buena mujer. Esta levantó las manos como dando las gracias y, risueña, con una alegría angelical, se acercó al infeliz y lo beso. Lo que había de virtud en aquel beso no lo sé, pero si vi al hombre furioso tomar un paquete de paja, preparar una cama y arrojar el cuerpo sobre ella.

¿Quedo sin odio? ¿Abandono la sed de venganza? No, ciertamente, sin embargo tuvo alguna intuición que le suavizaba aquellos sentimientos.

LA PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO CLOVIS TAVARES

LA PARABOLA DEL BUEN SAMARITANO

 (Lucas, capítulo 10º, versículos 25 a 37)

 Un día, un pobre hombre descendía de la ciudad de Jerusalén para otra ciudad, Jericó, a treinta y tres kilómetros de aquella capital, en el valle del Rio Jordán.

 El camino estaba lleno de curvas. En él había muchos peñascos, en cuyas grutas era común se refugiaran los salteadores de caminos, que en aquel tiempo eran muy peligrosos.

El pobre viajante fue asaltado por los ladrones. Los salteadores usaron de mucha maldad, pues, además de robarle todo lo que el pobre hombre traía, aun le pegaron con mucha violencia, dejándolo casi muerto en el camino.

Después de aquel criminal asalto, paso por aquel mismo lugar un sacerdote del templo de Salomón.

Ese sacerdote venia de Jerusalén, donde posiblemente terminara sus servicios religiosos, y se dirigía también para Jericó. Vio al pobre viajante caído en el camino, herido, medio muerto. No se detuvo, sin embargo, para socorrerlo. No tuvo compasión del pobre herido, abandonado en el suelo del camino. A pesar de sus conocimientos de la Ley de Dios, era un hombre de corazón muy frio. Por eso, continuó su viaje, descendiendo la montaña, indiferente a los sufrimientos del infeliz…

 Instantes después, pasa también por el mismo lugar un levita. Los levitas eran auxiliares del culto religioso del Templo. Ese levita no procedió mejor que el sacerdote. También conocía la Ley de Dios, mas, en su alma no había bondad y el hizo lo mismo que el padre, su jefe. Vio al herido y paso de largo.

 Una tercera persona pasa por el mismo lugar. Era un samaritano, que igualmente venia de Jerusalén. Vio también al infeliz herido en el camino, más, no procedió como: el sacerdote y el levita. El buen samaritano descendió de su animal, se aproximó al pobre judío y se llenó de gran compasión, cuando él lo contemplo de cerca, con las vestimentas rasgadas, sangrientas y con el cuerpo herido por las pancadas que recibiera.

Inmediatamente, el bondadoso samaritano retiró de su saco de viaje dos pequeñas vasijas. Una era de vino, con el desinfecto las heridas del pobre hombre; otra, de aceite, con el que le alivió los dolores. Le unto las heridas y levanto al desconocido, colocándolo en su animal.  Enseguida, lo condujo para un hospedaje próximo y cuido de él como un cariñoso enfermero, durante toda la noche.

Ala mañana siguiente, teniendo que continuar su viaje, llamó al dueño del pequeño hotel, le entregó dos denarios (*) y le recomendó que cuidase bien del pobre herido:

— Ten cuidado con el pobre hombre. Se gastares alguna cosa más allá de este dinero que te dejo, yo te lo pagare todo cuando vuelva.

*

Jesús contó esta parábola a un doctor de la ley que Le había preguntado:

— ¿Maestro, que debo hacer para poseer la Vida Eterna?

Jesús le respondió que era necesario amar a Dios de todo corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas y con todo el entendimiento; y también amar al prójimo como a sí mismo.

El doctor de la ley, a pesar de su sabiduría, preguntó al Divino Maestro quien era el prójimo. Entonces, Jesús le contó la Parábola del Buen Samaritano.

Terminada la historia, el Señor preguntó al sabio judio:

— ¿Cual de los tres (el sacerdote, el levita o el samaritano) te parece que fue el prójimo del pobre hombre que cayó en poder de los ladrones?

— Fue el que uso la misericordia para con el —respondió el doctor.

— Vaya y haga lo mismo —le dijo el Divino Maestro.

*

¿Entendió, hijo, la Parábola del Buen Samaritano?

El doctor de la ley quería saber a quién él debería considerar su prójimo, a fin de amar ese mismo prójimo. Mas, Jesús le respondió indirectamente la pregunta, con otra pregunta: “Quien fue el prójimo del hombre herido?” Jesús indagó al doctor de la ley quien supo tener amor en el corazón para el desconocido sufridor del camino. Es el doctor, que era un judío (los judíos odiaban a los samaritanos), confeso que fue el samaritano.

“Ve y haz lo mismo” — es la enseñanza eterna del Maestro. Nuestro prójimo, hijito, es cualquier persona que esté en nuestro camino; es cualquier alma necesitada de auxilio; es aquel que tiene hambre, que tiene sed, que está desamparado, que está sufriendo en la prisión o en el lecho de dolor…

Imite siempre, hijo mío, al Buen Samaritano. Siempre este dispuesto a socorrer a quien sufre, como el bondadoso samaritano hizo, sin preguntar cualquier cosa al necesitado.   

Que usted haga lo mismo, como Jesús pidió. Nunca pregunte, nunca procure saber cosa alguna a aquel que usted pueda y debe auxiliar. No se interese en saber si el pobre, si el enfermo, si el huérfano necesitado es espírita o católico, se es judío o protestante, si es persona blanca o de color. No se interese en saber cuáles son las ideas que el profesa o la política que él sigue. No cultive en el corazón los odiosos preconceptos de raza, de religión o de color. Apenas usted solo mire las heridas de quien sufre, para curarlas. Que usted solo vea el dolor del prójimo, para aliviarlo.

Imite al Buen Samaritano, hijo. Es Jesús quien pide a su corazón: “Vaya y haga lo mismo” siempre, en toda parte, con quien quiera que sea.

Este es el camino da Vida Eterna, con Jesús.

(*) El denario era una moneda romana, en curso en Palestina en tiempos de Jesús.

Del libro: Historias que Jesús Conto de Clovis Tavares

FAMILIARES INCOMPRENSIVOS EMMANUEL CHICO XAVIER

FAMILIARES INCOMPRENSIVOS

 Emmanuel/Chico Xavier

Libro: En el portal de la Luz

 Cuando aceptes los principios que te renuevan, es posible que la misma comprensión no te alcance, de pronto, a los familiares queridos.

Quizás te quedes con la provocación de relacionarte con seres queridos que rehúsan tu fe o hacen todo lo posible para alejarte del camino de luz que hoy transitas.

A veces te entristece por un motivo similar, hasta el punto de amenazarte con el desánimo y la frustración.

Es imperativo, sin embargo, que veas en el hogar la educación primaria de tu fe.

La labor más próspera comenzó en la recolección de las simientes. La misión más alta entre los hombres, sin duda, comienza en los más pequeños testimonios de servicio y desinterés en el estrecho círculo en el que se forma la personalidad.

Tu hogar, es tu escuela. Ahí dentro, serás profesor y alumno al mismo tiempo. Te erguirás en la catedra del deber cumplido y transmitirás la enseñanza viva del buen ejemplo a los que te acompañan. Por otro lado, oirás, tal vez, ahí en ese bendecido cenáculo de perfeccionamiento moral, frases agresivas o conceptos ferinos que desconoces en la vida pública, a fin de que aprendas paciencia y humildad, en el trato de la purificación.   Las manifestaciones de desagrado o corrección que aguardaste inútilmente de tus mayores adversarios probablemente recogerás, en casa, de los seres que más amas.

Entretanto, ejercita la devoción y prosigue adelante, en el cultivo de tú fe.

No te lastimes, ni discutas.

La disputa verbal deja el corazón encharcado de hiel.

La opinión del otro a tu respecto es construida o rectificada a costa de tus propias demostraciones de tolerancia y bondad.

Si la comprensión te rodea, sirve siempre.

Si sufres injuria o incomprensión, aun así sirve.

Si todo parece contrariar tus aspiraciones y designios, sirve más.

No pierdas tu fe en Dios, que te sigue y te ve.

Por la fuerza del ejemplo vencerás.

EN EL PORVENIR HERNANI SANTANA

EN EL PORVENIR

Hernani Santana

Último capítulo del libro: Universo y Vida

Aun mismo después que pase la gran tempestad, el corazón augusto de Cristo sangrará de dolor, porque será con una profunda y divina melancolía que verá partir para rudos grados reeducativos, a los hijos ingratos que no quisieron aceptar Su dulce protección… 

Los hijos de la iniquidad, empedernidos en el crimen y cristalizados en el orgullo, dejaran las fronteras fisio magnéticas de la Tierra, en demanda de nuevas experiencias a las que hicieron justicia; más aquí, en el orbe removido y repleto de escombros, nacerá una nueva vida de trabajo y esperanza, en el Sol de Regeneración y Gracia.

En ese mundo renovado, la paz inalterable instaurará un progreso intrépido y una civilización sin maldad. Los habitantes del planeta estarán lejos de la angelitud, pero serán trabajadores y sinceros, un poco sufridores y deudores de la Justicia Eterna, pero fraternos y dócil a la inspiración superior.

La subsistencia requerirá esfuerzos titánicos, en una agricultura digna y en el tratamiento exhaustivo de las aguas limpias, pero no habrá escasez ni hambre.

Por un tiempo, muchos corazones sangrarán en el sacrificio de duras misiones, en la soledad y en el silencio de los sentimientos en penitencia; pero no habrá desesperación ni prostitución, adicciones letales ni mendicidad, niñez necesitada ni vejez abandonada.

La muerte fisiológica seguirá lamentándose, en la amargura de las separaciones no deseadas, pero el mérito y la intercesión podrán proporcionar reuniones periódicas de almas amantes y nostálgicos, en fraternizaciones de fenomenología sublime.

La ciencia alcanzará cimas jamás soñadas… Espléndidas naves realizarán viajes regulares a esferas superiores y serán frecuentes las excursiones de vacaciones, a mundos de eterna belleza.

Las necesidades y debilidades no se pueden erradicar milagrosamente, pero los frutos venenosos de la maldad nunca llegará a los extremos del asesinato.

El Estatuto de los Pueblos mantendrá el Parlamento de las Naciones, donde los Exaltados Espíritus Materializados designarán, en nombre y elección de Cristo, a los Gobernadores de la Tierra.

Sin monarquías, oligarquías, plutocracias o democracias, sólo habrá una Espiritucracia Evangélica, fundada en el platonismo celestial del mayor mérito, el mayor conocimiento y la mayor virtud, para el servicio más amplio y fecundo.

El Orden y la Paz reinarán en la Tierra.

El Amor Universal será Estatuto Divino.

La Tierra pertenecerá a los mansos de corazón…

EN EL CAMINO DE LA PERFECCIÓN EMMANUEL CHICO XAVIER

EN EL CAMINO DE LA PERFECCIÓN

 Por el Espíritu Emmanuel.

Psicografía de Francisco Cândido Xavier.

Libro: Reconforto.

Acordaos de la siembra de bendiciones en la Tierra, si deseáis alcanzar la cosecha de mayor perfeccionamiento, en la Espiritualidad Superior.

 No hay edificio sin cimientos, así como no hay logro sin esfuerzo.  

Recuerda que Jesús no nos pidió lo imposible.

 Las lecciones del Divino Maestro quedan filtradas en las imágenes más simples de la naturaleza.

Un grano de mostaza.

Una lámpara debajo del candelabro.

Una dracma perdida.

  Cinco panes y dos peces.

         En las inmediaciones de un lago y a través de humildes embarcaciones, articuló, sin oro ni poder humano, la mayor epopeya de amor universal que la Humanidad haya presenciado en el transcurso de los siglos.

No olvides que el servicio de superación debe comenzar en los aspectos más insignificantes de nuestra propia vida.

Una sonrisa en casa.

Un favor espontáneo a los amigos.

Una mirada de comprensión a los que sufren.

Una oración por los oponentes.

Un gesto de fraternidad.

Silencio ante la calumnia.

Ayuda muda a los enfermos.

La caridad de una buena palabra en ayuda de los ausentes.

No busques la perfección por la falsa virtud.

Nadie puede comenzar a construir una casa desde el techo.

Somos seres humanos, encarnados y desencarnados, con nuestras raíces todavía unidas a la Tierra, madre admirable de nuestro desarrollo milenario.

 No pretendas volar sin alas.

 Entretanto, si aún no somos ángeles, podemos ser compañeros de la bondad fiel.

En la medida de lo posible, iniciad hoy el ministerio de la buena voluntad hacia todos, desde vuestro santuario doméstico, y mañana alcanzaréis el bendito equilibrio en pasos más amplios en el camino de ascensión de la evolución.

****

«Tú quieres la felicidad… La felicidad, sin embargo, es una construcción por hacer. El fundamento está en ti mismo. Recuerda: siempre obtendrás lo que de ti mismo das. La devolución es de Ley… Aunque sea en migajas, reparte esperanza y alegría. Incluso en el sufrimiento, ofrece una sonrisa a los demás. En cuanto puedas, haz felices a los demás. Poco a poco, tendrás el céntuplo de lo que siembras. No olvides: La felicidad es Retorno… “Emmanuel & Chico Xavier. Libro: Señales de Dirección. Lección: Retorno.

EL TRIGO Y LA CIZAÑA RICHARD SIMONETTI

EL TRIGO Y LA CIZAÑA

Richard Simonetti

Libro: Historias que trazan la felicidad

Mateos, 13:24-30

Al tener contacto frecuente con pastores y granjeros, Jesús usó imágenes que involucraban actividades del campo. Gracias a esta inteligente asociación, sus enseñanzas arraigaron fácilmente en el alma popular.

Tal es la parábola de la cizaña y el trigo.

El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla de trigo en su campo. Mas, mientras los hombres dormían, vino a él un enemigo, sembró cizaña en medio del trigo y se mezcló.

Cuando, pues, el trigo creció y dio frutos, apareció también la cizaña. Llegando los siervos del dueño del campo, le dijeron:

– ¿Señor, no sembraste buena simiente en tu campo? ¿Pues de donde viene la cizaña?

Él les respondió:

– Algún enemigo hizo eso.

Los siervos continuaron:

— ¿Quieres que la arranquemos?

– No – respondió el, —para que no suceda que, arrancando la cizaña, arranquéis juntamente con ella al trigo. Dejadlos crecer ambos juntos, hasta la siega. Y, en tiempo de cosecha diré a los segadores:-

Juntar la cizaña, juntarlo en fajas para quemarlo, pero recoged primero el trigo granero.

Todos conocemos el trigo, el más noble de los cereales, universalmente utilizado para preparar el pan.

La cizaña es una hierba semejante, que también produce cachos de simientes. No sirve para alimento, por cuanto es venenoso. Si brota en los trigales, solamente en la cosecha es posible separarlo sin perjudicar al precioso cereal.

Se cuenta que, en los tiempos de Jesús, cuando alguien quería perjudicar a un labrador, echaba simientes de cizaña en su trigal, creándole serios embarazos.

***

La cizaña y el trigo representan el bien y el mal.

– ¿Que es el bien? – pregunta el profesor de teología, en el salón de clases.

Silencio. La gente tiene problemas para lidiar con las definiciones. Sócrates solía confundir a sus oponentes pidiéndoles que expliquen los términos que empleaban.

– Entonces, ¿qué es el Bien?

Un estudiante se arriesga:

– Todo lo que es bueno para nosotros…

– ¿Te gusta el helado?

– ¡Yo lo adoro!

– ¿Diría usted, entonces, que el Bien puede ser un helado?

– Sí…

– ¿Y para los que no les gusta, es el mal?

Clase en respeto silencioso, continúa el maestro:

– El bien tiene que ser algo más amplio, trascendente, capaz de beneficiar a todos los que están involucrados. ¿Cómo podemos situar algo que es bueno para todos?

Otro alumno responde:

– ¡Eso, solo Dios es capaz!

– ¡Acertó! ¡El Bien es la voluntad de Dios!

El amable lector preguntara:

– ¿Cómo saber lo que el Creador espera de nosotros?

Aquí entran las revelaciones.

En determinados momentos, los misioneros que vienen a la Tierra superan las limitaciones de su tiempo y, en destellos gloriosos, develaron algo de los designios divinos.

El primero fue Moisés. Explicó lo que Dios no quiere.

No matar, no robar, no mentir, no hurtar, no codiciar, no cometer adulterio… No hacer al prójimo lo que no queremos que el prójimo nos haga.

Después vino Jesús. Explicó lo que Dios quiere.

Tolerar, perdonar, comprender, respetar, amar, ayudar, amparar… Hacer al prójimo lo que queremos que él nos haga.

Desde los primeros tiempos, el Bien fue sembrado por Dios en nuestras entrañas, poniendo el concurso del tiempo y nuestro esfuerzo personal para desenvolverse.

Las revelaciones divinas tienen por objetivo acelerar su crecimiento, como un fertilizante poderoso y bendecido.

***

¿Y ahora?

Obviamente es lo que va en contra de la voluntad de Dios.

Siendo el Evangelio el código supremo para expresar la voluntad divina, diríamos que el mal surge de nuestra acción cuando no observamos las lecciones de Jesús, cultivando adicciones, males, locuras, crímenes…

El mal tiene por representantes individuos dominados por la ambición y por la rebeldía, que se ponen a inducir a la criatura humana al error y al vicio, no cumpliendo los designios celestes.

La teología ortodoxa los sitúa como demonios.

En verdad son apenas hijos de Dios descarriados, que un día retornaran al buen camino.

Cuando Jesús dice que es necesario dejar crecer juntos el trigo y la cizaña, el bien y el mal, expresa simbólicamente la tolerancia divina de las experiencias humanas.

Sucede que el Bien, en principio, es una planta frágil que necesita espacio para crecer.

Por eso Dios nos concede el libre albedrío, la capacidad de decidir nuestra vida, los rumbos que vamos a tomar, para que aprendamos los valores de responsabilidad a partir  de nuestra propia experiencia.

Si el Señor simplemente aplastase el mal infiltrado en el corazón humano, eliminaría nuestra iniciativa y nos haría incapaces de distinguir el bien del mal y asumir las consecuencias de nuestras acciones.

La violencia divina eliminaría el trigo junto con la cizaña.

***

Podemos ajustar la parábola evangélica al relacionamiento entre padre e hijo.

Si el padre identifica un comportamiento indeseable en el hijo y usa de violencia, a fin de modificarlo, partiendo hasta incluso para la agresión física, podrá imaginar corto el mal por la raíz.

Mero equívoco. Apenas recalcó las tendencias del hijo, que más temprano o más tarde reaparecerán.

E inhibirá sus iniciativas con el desenvolvimiento de valores positivos y virtudes, simbolizados por el trigo.

¿Bien, entonces, qué hacer? ¿Dejar que se desenvuelvan libremente las tendencias inferiores, la cizaña, en el comportamiento del hijo?

¡Evidentemente, no! Mas es preciso tener cuidado al lidiar con la cizaña, para no matar al trigo.

Es Imperioso estimular el crecimiento del trigo con los buenos ejemplos, la atención, el cariño, la enseñanza de los valores morales, la orientación evangélica, inhibiendo la cizaña.

En el libro Y, para el Resto de la Vida…, Wallace Leal Rodríguez se reporta a una historia bien ilustrativa.

Cuenta que un muchacho, con la inocencia maliciosa que no pocas veces caracteriza al comportamiento infantil, mató a un gorrión en la parte trasera de su casa, usando un fusil de aire comprimido.

Poco después, encontró a su padre sacando insectos de una telaraña. Le preguntó el motivo de esa iniciativa

El padre lo llevó al patio y, entre el espeso follaje, le mostró un nido donde cuatro gorriones bebés, que alimentó con los insectos.

El niño lo ayudó a atrapar más insectos. Por la noche, fue testigo del cuidado de su padre, quien trató de envolver la nidada en algodón.

A la mañana siguiente encontraron un cachorro muerto, víctima del frío. La noche había aumentado el frio. Dos más murieron.

Quedó uno que parecía más fuerte, pero sin su madre, para enseñarle a volar y a defenderse, terminó pereciendo también.

El niño, vencido por el remordimiento, confesó entre lágrimas que había sido él quien había matado al pájaro.

El padre le dijo:

– Lo sé, hijo mío, te vi hacer eso. No te preocupes, son raros los niños que no hacen lo mismo. Solo quería mostrarte que al lastimar a alguien, lastimamos a otros al mismo tiempo y hasta mismo a las que más amamos o las que más nos aman.

Si el padre hubiera actuado con severidad, pronunciando un largo sermón sobre el respeto por los animales o abofeteándolo, el niño podría encontrarlo todo muy drástico o rebelándose, solidificando la vocación de matar pájaros.

Sabiamente, el genitor toco su sensibilidad, ofreciéndole una lección de respeto a la Naturaleza que él jamás olvidaría.

***

Deberíamos imitar al Padre Celeste, que no usa de violencia con nosotros y espera pacientemente que florezcan las virtudes embrionarias que caracterizan nuestra filiación divina.

Cuando surge la cizaña, representado por el mal uso del libre arbitrio, Dios usa las bendiciones del tiempo para trabajar nuestro corazón con preciosos estímulos en favor de un cambio de rumbo, favoreciendo el crecimiento del trigo.

Es el individuo inmerso en el vicio y el desorden el que despierta a la responsabilidad del contacto con la religión.

Es la pareja perdida en desencuentros y desencuentros que acoge en sus brazos a un niño que llega, con benditas oportunidades de entendimiento.

Es la joven inconsequente al encontrar alguien que toca su corazón, disponiéndose a asumir el compromiso de una relación estable.

Hay siempre el cuidado del Cielo, evitando inhibir nuestra iniciativa, mas invitándonos al crecimiento del trigo en nuestras almas, reduciendo espacios a la cizaña.

Estamos lejos de poseer el necesario discernimiento, para la sensibilidad adecuada para percibir la acción de los benefactores espirituales, amparándonos, ayudándonos a realizar el Bien para que no nos entreguemos a las sugestiones del mal.

***

Natural que, no obstante la inagotable paciencia de Dios, venga la siega, cuando la cizaña debe separarse del trigo. Y el tiempo de evaluación, que se hizo en tres niveles.

• Primero: crisis.

Cuando surge envolviendo enfermedades, dificultades financieras, problemas familiares, desilusiones afectivas y otros percances de la jornada humana, tenemos la oportunidad de verificar si las simientes del Bien germinaran, sustentando la serenidad y el equilibrio, como el alumno que pasa la prueba de aprovechamiento, habilitándose para estados más altos.

En el caso de que prevalezca la cizaña habrá grandes sufrimientos impuestos por la rebeldía y la inconformidad, la agresividad y el desespero

• Segundo: muerte.

Ante el gran segador, nuestra propia conciencia evaluará lo que prevalece en nosotros.

Si es trigo, estaremos calificados para etapas gloriosas en el Mundo Espiritual.

Si es la cizaña, estaremos sujetos a experiencias dolorosas en regiones de sufrimiento, así como cerca de la esfera humana.

La frecuencia de Espíritus sufridores, perturbados y agresivos que se manifiestan en reuniones mediúmnicos nos dice que el gran contingente de los que desencarnan llevando la cizaña en sus entrañas grande.

Viendo el trigo y la cizaña.

Ocurrirá cuando la Tierra sea promovida en la sociedad de los mundos. Dejará de ser ―de pruebas y expiaciones‖, donde el trigo predomina Ganará el status ―de regeneración‖, en que predominará el trigo.

La cizaña será ―quemada‖ en planetas inferiores, para donde serán llevados aquellos que insisten en preservarla.

Y por allá estarán, sometidos a sufrimientos acentuados, hasta que se compenetren de que el mejor negocio que podemos hacer, donde estemos, es cumplir la voluntad de Dios.

***

Es Lamentable que tardemos en estimular el trigo, apartándolo de la cizaña.

¡Es tan simple!

Basta hacer al prójimo todo el Bien que nos gustaría nos fuese hecho.

TEMPLO SAGRADO RICHARD SIMONETTI

TEMPLO SAGRADO

Usted ha de haber notado, apreciado lector, que las reuniones públicas, en los Centros Espiritas, son abiertas y cerradas con una oración, pronunciadas en una expresión sencilla, para obtener las bendiciones divinas sobre los participantes.

El dirigente en oración se sitúa como el conductor de una orquesta, procurando establecer lo que Allan Kardec define como una comunión de pensamientos.

Cuanto más atentos están los presentes, atentos en la oración, más armónico está el ambiente, favoreciendo el mejor aprovechamiento, tanto en el aprendizaje como en los beneficios que la reunión puede ofrecer.

Los Mentores espirituales transitan por el recinto, auscultando a los participantes, detectando sus problemas, definiendo la asistencia espiritual que les será prestada, especialmente en la aplicación del pase magnético.

Las personas desinteresadas, que comparecen por insistencia de familiares, totalmente ajenas a los objetivos de la reunión, se comportan como músicos desafinados en una orquesta, perturbando el ambiente y perjudicando la acción de los mentores espirituales.

***

Es forzoso reconocer que la evocación de las bendiciones del Cielo, en la oración, significa que, en principio, estamos en un templo de valores sagrados espirituales, tanto como en una iglesia católica, pentecostal o de otra denominación religiosa.

Aunque el Centro Espirita sea para muchos que lo procuran una especie de hospital para males del cuerpo y del alma, el aspecto templo debe ser destacado, bajo pena de no recibir los beneficios deseados.

Eso implica, obviamente, una postura de contrición y seriedad, que nos coloca en sintonía vibratoria con los mentores espirituales que nos auscultan y auxilian.

Es inconcebible, en el recinto de las reuniones, ocurrencias que no raro se observan, como:

· Conversación

Generalmente los expositores son inspirados para abordar temas relacionados con las necesidades del público. Es punto pacifico que el esclarecimiento que ofrecen es mucho más importante de lo que la aplicación del pase magnético. Este cuida de efecto, mientras las palestras cuidan de las causas. Quien se distrae en conversación inconveniente, además de no asimilar nada, atrapa a quien habla y está interesado en oír.

·Trajes

En algunos centros hay alguna lista de carteles listando trajes prohibidos como bermudas, shorts, camisetas cavadas, zapatillas, etc. Hay quien considere absurdas tales exigencias, una interferencia indebida en el libre albedrio de las personas. Es absurda la necesidad de establecer esos criterios, simplemente porque hay quien confunde el Centro Espirita con un balneario. Trajes sumarios contrastan con la seriedad del ambiente.

·Discreción

Los besos y abrazos, ante en público, entre enamorados, son antes considerados como atentados al pudor, hoy en este clima de libertad general, no sufren restricciones policiales. Es imperioso, entre tanto, considerar el respeto al ambiente, en beneficio de los propios interesados. Si la sensualidad se expande, la espiritualidad se retrae.

·Teléfono

Personas desconectadas y celulares encendidos constituyen eficiente instrumental de Espíritus obsesores que quieren perturbar la reunión.

Peor cuando el portador del inconveniente aparato atiende a la llamada en plena reunión.

-Si fuera para mí, diga que no puedo atender- acostumbra a decir un compañero irreverente, cuando toca un celular durante su exposición.

·Niños

Espantosa la tranquilidad de algunas madres, ante pequeños que se mueven entre las butacas, o lloran impertinentes.

Llenos de paciencia, insisten en permanecer en el recinto, es un duro tés de paciencia para los expositores y el público presente.

Es imperioso atentar a la solemnidad del ambiente, en una reunión pública de Espiritismo.

Aunque sin ritos y rezos que caracterizan las religiones tradicionales, estamos en una actividad de ascendentes religioso que exige seriedad y compostura de nuestra parte.

Actuando así, estaremos aptos para enriquecer nuestros conocimientos, habilitándonos para recibir en plenitud los beneficios de la espiritualidad.

Si ocurre lo contrario, seremos los lamentables músicos desafinados perturbando el ambiente.

LA TERAPIA DEL PASE RICHARD SIMONETTI

LA TERAPIA DEL PASE

Richard Simonetti

Libro: El Clamor de las Almas

Transfusión de energías, el pase magnético es un recurso milenario, usado desde las culturas más remotas, con resultados sorprendentes, en favor de la salud humana.

Fue largamente empleado por Jesús. Dotado de potencial incomparable, el Maestro curaba insidiosos males del cuerpo y del alma. Las multitudes lo buscaban atraídas mucho más por los prodigios que operaba sin que se atentasen la excelencia de sus principios.

Algo semejante ocurre en la actualidad con el Espiritismo. Las personas comparecen al Centro Espirita como quien va a un hospital en busca de cura para variados males.

Los expositores acostumbran a evocar viejo adagio, que hasta parece un versículo evangélico:

Quien no viene por el amor, viene por el dolor.

Raros procuran la Doctrina movidos por el amor al conocimiento.

El dolor es El Sino de Dios convocándonos para el ejercicio de la religiosidad. Cuando planea, insistente, el alma se pone en genuflexión, con disposición hasta para enfrentar los preconceptos dictados por la ignorancia, en busca de cura para sus males.

 Y se sitúa el Centro Espirita como hospital, en un primer momento, en escuela después; por último, bendecida oficina de trabajo para aquellos que perseveran en la frecuencia, despiertos para los objetivos de la inmersión en la carne, definidos en la cuestión 132, de El Libro de los Espíritus, cuando Kardec pregunta cuál es el objetivo de la encarnación de los Espíritus.

Responde el mentor espiritual:

Dios les impone la reencarnación con el fin de hacerlos llegar a la perfección. Para unos, es expiación, para otros, misión. Pero, para alcanzar esa perfección tiene que sufrir todas las vicisitudes de la existencia corporal, eso es para lo que es la expiación. Queda aún otro fin de la reencarnación, la de poner al espíritu en condiciones de soportar la parte que le toca en la obra de la creación. Para ejecutarla es que, en cada mundo, toma el Espíritu un instrumento, de armonía con la materia esencial de ese mundo, a fin de cumplir, desde ese punto de vista, las ordenes de Dios. Es así que concurriendo para la obra general, el mismo adelanta. 

El mentor espiritual que asistía a Kardec enfatiza las maravillosas oportunidades de progreso y de participación en la obra de la Creación que Dios nos ofrece en la experiencia humana, utilizando esa máquina incomparable que es el cuerpo humano.

Por su mal uso, la desgastamos y desajustamos frecuentemente. En nuestro socorro la Misericordia Divina moviliza infinitos recursos para la reparación.

De entre ellos, el maravilloso pase magnético.

Es imperioso, sin embargo, alertar a los beneficiarios de que su eficiencia obedece a dos factores primordiales:

El primero es la capacidad del pasita, subordinada no tanto al conocimiento de la mecánica del servicio, más, sobre todo, la pureza de sus sentimientos y el deseo de servir.

El pasista distraído del empeño de renovación y que desenvuelve esa actividad como un asalariado, interesado en los beneficios que recibirá, sin meditar en los beneficios que debe prestar, jamás será un instrumento del que confiará la espiritualidad.

Otro día me preguntaron si alguien así puede perjudicar al paciente.

Solo si hubiera intencionalidad. Si el pasista, con rabia al paciente, le impusiese las manos al afirmar, en pensamiento:

-¡Quiero que usted enferme! ¿Qué usted se muera!

¡No se asuste amigo lector!

No se preocupe. Seria apenas solo una vibración negativa, del mismo tenor deletéreo de quien grita, ofende, causa embarazos al objeto de ella, más considerado aquí el factor sintonía.

Si el bombardeado tiene un comportamiento equilibrado, habituado a la oración, a cultivar la serenidad, no será afectado.

Y este tranquilo. Nadie se dispone a participar del servicio del pase con la intención de perjudicar a los desafectos.

***

Considerando que la asistencia espiritual es siempre supervisada y sustentada por mentores espirituales, las deficiencias humanas pueden ser superadas, desde que sea cumplida la otra condición la receptibilidad del paciente. El aprovechamiento depende de su empeñopor colocarse en sintonía con el servicio.

Para ue eso ocurra, es importante que en las charlas doctrinarias sea explicado a los interesados lo que es el pase, como funciona y cuáles son las condiciones necesarias a fin de que surja efecto.

Cuidados indispensables:

·Disciplina de emociones.

En el atendimiento fraterno:

__- Preciso de un pase. Estoy muy mal irritado, con los nervios excitados. Tuve una discusión tremenda con mi esposa. Casi llegamos a las manos.

Difícilmente será beneficiado, por que espera el pase para eliminar la irritación sin comprender que es preciso evitar la irritación para recibir el pase.

·Atención a las Palestras

Se habla de espíritus obsesores que procuran neutralizar con el sueño la asimilación de esclarecimientos capaces de sustraer a los participantes a sus influencias.

Puede acontecer, que en la mayor parte de las veces lo que ocurre es el desinterés. Son frecuentadores que vienen al recinto de las palestras como a una sala de espera de atendimiento médico, situándose en amodorramiento alejamiento, que favorece el sueño.

·Silencio y constricción

Favoreciendo la eficiencia del servicio, los Centros Espiritas tienden a realizar el atendimiento magnético tras el trabajo doctrinario, en las llamadas cámaras de pases.

Mientras espera, hay quien aproveche para confraternizar con amigos y conocidos allí presentes, abordando, no raro, asuntos que no interesana la economía del ambiente, favoreciendo una quiebra de sintonía que va a tornar menos eficiente el pase.

Es mejor el silencio, con la lectura de algo edificante o la meditación en torno de los temas abordados por los expositores.

***

Dos observaciones de Jesús, dirigidas a las personas beneficiadas por sus curas, deben merecer nuestra atención.

¡Tu fe te salvo!

Los cuidados a los que nos referimos favorecen la sintonía del paciente con el pasista, más la receptividad, la pasibilidad de asimilar plenamente los beneficios ofrecidos, depende de la confianza plena, de la certeza absoluta de que estamos sometiéndonos a una terapia capaz de beneficiarnos.

Las curas operadas por Jesús no constituían el premio de la fe.

El Maestro no curaba porque las personas creían en Él.

Curaba porque ellas sintonizaban con sus poderes.

¡Ve y no peque más para que no te suceda algo peor!

Volvamos aquí a la cuestión del asunto. Si nuestros males son provenientes de la mala utilización de la maquina física, de nada valdrá la reparación si insistimos en el mismo comportamiento.

Con el tiempo el pase parece perder fuerza, ya no aporta los beneficios deseados, y el paciente acaba buscando otro Centro, más fuerte, sin noción de que los benefactores espirituales establecen límites a su acción.

Si constatan que los beneficiarios no se conciencian en cuanto a la necesidad de superar malezas e imperfecciones dejan que el seno de Dios continúe repicando, hasta que superen la somnolencia y despierten para los objetivos de la existencia humana.

HORA DE LA DIVULGACIÓN DIVALDO FRANCO

HORA DE LA DIVULGACIÓN

Divaldo Franco

Libro: Terapéutica de Emergencia

Quien posee un tesoro y es sabio, lo invierte, generando bendiciones.

Quien conduce con claridad, esparce luz donde se encuentra.

Quien fluye felicidad, distribuye alegría, promoviendo esperanza.

Quien ama, irradia júbilo.

Quien tiene conocimiento, elucida problemas y auxilia en las dificultades.

El Espiritismo es un tesoro de alto valor, que tiene la misión de producir lucros de amor y honorarios de paz.

Ocultarlo, sin promoverlo entre las criaturas, es lo mismo que enterrar una fortuna, que así pierde la finalidad para la cual existe.

Retenerlo, constituye crimen de avaricia, teniendo en cuenta el hambre de luz de que padecen las criaturas.

Posponer su divulgación, dondequiera que esté el espírita, representa pérdida de una oportunidad valiosa, que no se repetirá.

Condicionarlo a las circunstancias e intereses sería desfigurarlo sobre su legitimidad conceptos y objetivos edificantes.

Hay personas que sufren hipertrofia de sentimientos y no se dieron cuenta.

Las criaturas se mueven en el mundo, fatuas y sonrientes, ignorando, sin embargo, por qué viven y para qué viven.

Los hombres actúan bajo los automatismos de los que se han convertido víctimas.

Los individuos se vuelven inadaptados por no conocer los valores del espíritu.

Las colectividades se desmoronan, porque vencidas por el egoísmo y por las pasiones disolventes.

El Espiritismo es el antídoto eficaz y rápido de los males que hacen estragos en la Tierra, destruyendo el materialismo y promoviendo la vida.

Difundirlo, en rigor, es tarea de quienes se identifican con sus lecciones y en él encontraran satisfacción de vivir.

No es lícito imponerlo, ni justo dejar de presentarlo.

La convicción de que él se hace objeto de sí mismo, favoreciendo a la persona con bendiciones, debe emular a su beneficiario para llevarlo a cuantos lo ignoran.

Y porque este es el tiempo de la renovación espiritual de la Humanidad, que está agotada por dolores superlativos, es también tiempo de la difusión consciente y noble de la Doctrina, que «mata la muerte» y alarga la vida, dilucidando los enigmas complejos de existencia carnal con seguros guiños de felicidad a la vista.

MARCELO RIBEIRO

HIJO QUE REGRESA DEL MÁS ALLÁ CHICO XAVIER

HIJO QUE REGRESA DEL MÁS ALLÁ

 Por el Espíritu Fernando Antonio

Del libro: Entre Dos Vidas. Médium: Francisco Cândido Xavier.

Querida Madre, mi querida Madrecita, pido a Dios nos envuelva en su bendición.

No sé cómo, más sí que todo aconteció de repente.

Soy traído a su presencia para tranquilizarla.

Escribo con auxilio. Es muy poco, muy poco el tiempo del que vengo disponiendo para ver todo claro. Mas la señora está sufriendo demasiado y sus aflicciones me alcanzan en la casa de recuperación donde estoy.

La veo casi todas las noches llamarme queriéndose morir.

Si su corazón amoroso pudiese ver lo que sufro al ver a la señora sofriendo tanto, pienso que todo sería diferente.

No llore más así, pensando que está sola.

Tenemos Dios, Madre, Dios no muere, Dios no desaparece.

Ayúdeme.

Cálmese.

No tenga recelo de la soledad.

Fortalecidos en la fe, estaremos más juntos.

No pida con tanto dolor la presencia de su hijo.

No juzgue que  su tarea termino.

Recuerde, Madrecita. Cuando mi padre vino para la Vida en que estoy, conversábamos sobre nuestros ideales de hacer el bien al prójimo. Yo sé que la señora solamente vivió para nosotros dos, mi padre y yo, y al final, está sin nosotros, mas eso es solo en el plano físico.

Tenemos una gran familia para velar, los más necesitados que nosotros, para quien espero vengamos a trabajar más unidos.

No coma fuera de casa.

No tenga miedo de nuestro nido doméstico.

No sienta nuestra casa vacía.

Piense, Madre. Piense en aquellos que no poseen sino el sufrimiento y la necesidad y para quien un trozo de pan, algunas veces, es un tesoro completo.

Viva.

Viva queriendo vivir para atender a lo que las Leyes del Señor esperan de nosotros.

Auxilie a su hijo a recuperarse.

Lloremos porque las lágrimas son oraciones sin palabras, pero solamente lo son aquellas que no guardan ala llamarada de la rebelión.

Sé que la dama en nuestra fe nunca se ha rebelado; sin embargo, cuando nos quedamos con la aflicción, como si ya no tuviéramos a Dios para nosotros, nuestro dolor es también una rebelión.

Ayúdame.

No contemple mi retrato, conversando en llanto de angustia.

Y agradeciendo su inmenso cariño, le pido que no me recuerde como me vio en nuestro último encuentro en Batatais.

Todo pasó.

El día es nuevo.

Confiemos en aquel que enciende la luz para que nunca estemos en las tinieblas.

No tengo medios para contarle lo que sucedió.

Recuerdo de qué viaje pensando en regresar para estar juntos en la Navidad.

Comprendí que la señora tenía razón en querer reducir nuestras actividades para concentrarnos con más seguridad en Rio o en otra ciudad.

Crea, Madrecita, que no contaba con el desenlace.

Salimos del automóvil despreocupadamente para alcanzar el sitio.

Guerra y Clodoveo hablaban animadamente conmigo. De vez en cuando notaba que la velocidad era demasiado alta, pero queríamos llegar antes y descansar como es debido para ver el trabajo que nos esperaba al día siguiente.

En cierto momento, recuerdo que Clodoveo me hablaba de los precios de la tierra en el suroeste, después de la instalación de Brasilia. Me dijo opiniones sobre Clovis y otros amigos y escuchamos atentamente…

Después, solo escuché un ruido que todavía resuena dentro de mí, cada vez que trato de recordar lo que pasó.

No sentí nada, ni vi nada.

¿Fue sueño lo que sentí? No sé.

Solo puedo decirle a la señora que me desperté en la casa del Tío Beni, cuando su voz me estaba llamando.

Pero, ¿quién dice que yo podría responder?

Vi a un amigo sacerdote, que después supe que era el padre Ángel, que yo no conocía. 

Decía que venía a auxiliarme, a petición de los benefactores, pero yo no entendía nada. Para mí era tan natural y tan confortador encontrar a un sacerdote amigo, me sentía muy alegre de encontrarlo en el mundo, en las horas de crisis y dificultad.

Vi a mucha gente y creí que había ocurrido un desastre.

Quería hablar con la señora decirle que yo estaba bien, entretanto, no pude.

Mi cabeza estaba en llamas cuando vi a mi padre y entendí lo que había sucedido…

Pero me sobrecogió grandemente la sorpresa y me dejé llevar para el tratamiento adecuado en la casa donde estoy.

De Guerra y Clodoveo, no sé nada.

Ruego a Dios que estén bien.

No puedo hacer preguntas.

Sigo siendo un paciente y no debo abusar.

Pero vine aquí para pedirles fe y coraje.

No estoy muerto. Soy diferente. Sólo eso.

Si la señora me ayuda, mejoraré más rápido.

La señora dice en sus oraciones, que lamenta no haberme prestado asistencia y pregunta porque Dios habrá permitido mi transformación fuera de casa. Entretanto, Mama, recordemos a Jesús. El también, Nuestro Señor y Maestro, conoció la muerte fuera del hogar, subió al cielo que es el techo de todos.

Pensemos en Jesús y la conformación vendrá para nosotros dos.

Ayúdeme.

Bendígame.

La señora siempre vivió especialmente para mí. Quiero vivir ahora para tu querido corazón.

Nuestros Amigos, que me ayudan, no me permiten escribir más.

Recibe Madre querida, mi bendito Ángel de la Guarda en la Tierra, todo el amor y toda la confianza de tu hijo.

 Por el Espíritu Fernando Antonio

Del libro: Entre Dos Vidas. Médium: Francisco Cândido Xavier.

EPIDEMIA OBSESIVA DIVALDO FRANCO

EPIDEMIA OBSESIVA

Divaldo Franco

Libro: Terapéutica de Emergencia

Obsesión, esa incoherente constricción psíquica ejercida por Espíritus infelices sobre criaturas humanas, nunca está de más decirlo, constituye un lamentable proceso epidémico, que se propaga en la tierra.

Teniendo su génesis en trastornos de conducta actuales o del pasado del que sufre la infusión, demanda inmediata consideración, a través de un estudio cuidadoso de estas causas con las correspondientes terapias capaces de actuar sobre sus bases, modificando o eliminando los factores preponderantes y conducentes a tan grave alienación.

Es imperioso, por tanto, que las psicopatologías de la obsesión sean examinadas con naturalidad y la firmeza, sin eufemismos ni desviaciones que puedan dificultar la comprensión real del angustioso problema.

Teniendo en vista la inmortalidad del alma, debe ser meditado sobre el destino que está reservado a cada ser, de acuerdo con el comportamiento que se permite antes de la desencarnación.

La vida no permanece estática, después de la tumba las criaturas continuar con sus realizaciones y comportamientos, identificándose con otros similares que componen la sociedad viva y actuante, de donde se procede hacia el cuerpo y hacia el cual regresa después del despojo* de los tejidos carnales.

Como consecuencia, el intercambio entre los que son afines y se unen por el amor, es una de las más hermosas concesiones de la Vida, contribuyendo para la vitalización de los sentimientos, al mismo tiempo ofreciendo esperanzas para el reencontró futuro y consolación ante las aflicciones presentes.

Inevitablemente, aquellos que se disgustan y se odian, emanaron por los lazos de reciprocidad vibratoria, sufren la interferencia de la animosidad que mantienen entre ellos, casi siempre prevaleciendo la fuerza psíquica del desencarnado, por la misma razón de encontrarse liberado del cuerpo, que le da movilidad, disposición, más amplia alternativa infeliz para el cometimiento de la desdicha.

Se establecen nefastas situaciones perturbadoras en las que ambos consorcios del desequilibrio libran la lucha sin cuarteles, en los que predomina la acción vengadora del desencarnado.

Una vez establecida la identificación psíquica desequilibrada, es urgente que la víctima, consciente de la parasitosis espiritual, modifique los cuadros mentales y se renueve por acciones meritorias, impidiendo la fijación de los clichés deprimentes o exaltadores que son transmitidos en un largo curso, con una pertinacia temeraria.

Ideal será siempre la acción preventiva.

Descuidado, sin embargo, de sus deberes espirituales, el hombre avanza siempre en su desenvolvimiento psicológico y social, negándose a mayores responsabilidades morales, especialmente en estos días de permiso y promiscuidades de las costumbres éticas.

No queriendo ver en la vida sino los intereses que hieren sus sentidos, se fatiga por adquirir los excesos y patinar en el comportamiento saludable, generando perturbaciones vibratorias en la personalidad, que le permiten identificarse con sus oponentes desencarnados.

No resguardándose del mal que, al final, existe en todos nosotros, potencialmente, como efecto de los deslices pasados, da guarida a las obsesiones, cuando más fácil sería precaverse, auxiliando aquellos a quien se hirió o daño en esta u en otra existencia corporal.

No dando guarida a los compromisos superiores, es despertado para las responsabilidades espirituales por el dolor, cayendo en las alienaciones bajo el yugo de las obsesiones.

Cada paciente, no en tanto, requiere auxilios y terapias específicas, no obstante, genéricamente, los valores morales y los ejercicios ennoblecedores de las virtudes constituyen los más eficaces antídotos para tan ruda enfermedad, que permanece, talvez, ignorada apropósito por las academias y por sus miembros, dicho sea de paso, no exenta de experimentar la ocurrencia psíquica.

Sin embargo, depende del paciente realizar la parte más importante de la terapia: el esfuerzo sincero para cambiar la imagen de sentimientos y acciones personales y la acción honesta que lo torne mejor en relación a si mismo y al agente que lo perturba.

Frente a la legítima transformación moral del paciente y considerando las vibraciones que comienza a emitir con un contenido benigno, el adversario desencarnado, a su vez, altera los planes malévolos, despertando para la realidad en la que se encuentra y que si no dio cuenta real, aplicando el capital del tiempo y de la oportunidad a beneficio propio.

Se torna urgente el servicio, la cura preventiva contra la obsesión espiritual y la desobsesión, cuando aquella ya se encuentra instalada.

El Evangelio de Cristo sigue siendo y será siempre el mejor medicamento para los obsesionados y obsesores, para prevenir males y recuperar a los que cayeron en sus redes.

Verdadero tratado sobre el optimismo, sus lecciones constituyen un valioso medicamento psíquico, actuando en lo más profundo del alma y propósitos consustanciales que se convierten en acciones libertadoras.

Con la ayuda de la Doctrina Espírita, que esclarece, a través de la luz de la reencarnación, y confirma por el hecho mediúmnico la supervivencia espiritual, el hombre tiene extraordinarios recursos para poner barreras a la propagación epidémica de las obsesiones, que abruman las mentes y afligen los sentimientos del hombre, aturdidos en el báratro de los días que ahora vivimos en la Tierra.

MANOEL P. DE MIRANDA

ENERGIA Y TERNURA CHICO XAVIER

ENERGÍA Y TERNURA

Por el Espíritu Emmanuel

Psicografía de Francisco Cândido Xavier.

     Libro: Alma y Corazón

En la marcha del día adía, urge armonizar las manifestaciones con el espíritu de proporción y provecho, a fin de que el extremismo no nos imponga accidentes, en el tránsito de nuestras tareas y relaciones.

        Energía en la fe; no demasiada que caiga en fanatismo.        Blandura en la bondad; no demasiada que muestre relajamiento.

        Energía en la convicción; no demasiada que se transforme en la testarudez.

        Blandura en la humildad; no demasiada que degenere en servilismo.

        Energía en la justicia; no demasiada que sea crueldad.

        Blandura en la gentileza; no demasiada que denuncie adulación.

        Energía en la sinceridad; no demasiada que desemboque en la falta de respeto.

        Blandura en la paz; no demasiada que se acomode en la pereza.

        Energía en el coraje; no demasiado que se haga temeridad.

        Blandura en la prudencia; no demasiada que se recoja en comodismo.

        En el camino de la vida, hay que aprender con la propia vida.  Veamos el automóvil moderno en los viajes de hoy; ni paso a paso, porque eso sería ignorar el progreso frente al motor; ni la velocidad más allá de los límites justos, lo que sería abusar del motor para descender al desastre y la muerte prematura.  

 En todo, equilibrio, porque, si tuviésemos equilibrio, aseguraremos, en todas partes y en cualquier tiempo, la presencia de caridad y paciencia, en nosotros mismos, los dos guardias capaces de garantizarnos el trayecto seguro y la llegada feliz.

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 “En muchas ocasiones te preguntas si tu religión es realmente la mejor. Examina tu propia fe. Y, si las dudas abruman tus pensamientos en materia de creencias, conductas, prejuicios y tradiciones, entra en el mundo de ti mismo y pregúntate sobre la propia conciencia qué habría sido entre los hombres, la religión de Jesús».

Emmanuel y Chico Xavier. Lección: Tu religión; Libro: Manos Marcadas.

DIRECTRIZ MEIMEI CHICO XAVIER

DIRETRIZ

Por el Espíritu Meimei

 Psicografía de Francisco Cândido Xavier.

 Libro: Amistad.

        Observa…

        Cada mañana es un nuevo día.

        Renaciste.

        Saliste, una vez más, de la nebulosa.

        Dios te renovó el pensamiento en el cerebro iluminado.

        Retomaste la presencia de la luz.

        El tiempo te pertenece…

        Puedes idear, crear, analizar.

        Despertaste, junto a los otros.

        Tienes el don de servir.

        Acepta la bendición de entender y la felicidad de trabajar.

        Reinicia la tarea, estampando una sonrisa en tus páginas de bondad.

        Coloca optimismo y paz, esperanza y alegría en tú lista de donaciones para hoy.

        Actúa ahora para el bien…

        Si las amarguras de entonces aun te pesan en el alma, procura olvidarlas.

        Si ofendiste a alguien, disponte a sanar la falta cometida.

        Si alguien te hirió, perdona sin condiciones.

        Mira las cosas a tu alrededor…

        La vida te busca.

        La oficina de la oportunidad te abre las puertas.

        Elige hacer lo mejor que puedas.

        Sal de ti mismo.

        Y, sigue adelante para amar, auxiliar, construir y comprender, porque Dios espera por ti.

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            «Jesús nos recomendó amarnos unos a los otros, tal cual El mismo nos amó, y perdonar las ofensas, setenta veces siete veces, no porque nos considere habilitados para semejante comportamiento, más porque, si aceptamos sus enseñanzas con paciencia, El se tornará más íntimamente asociado a nosotros y, con El, estaremos fuertes y seguros para hacer eso.» Emmanuel & Chico Xavier. Libro: Cuesta arriba.