DESPIERTA DE ANTHONY MELO


Despierta

¿Se puede decir que en estos últimos días no te has sentido como un hombre libre y feliz, sin problemas ni preocupaciones? ¿No te has sentido así? Pues estás dormido. ¿Qué ocurre cuando estás despierto? No cambia nada, todo ocurre igual, pero tú eres el que ha cambiado para entrar en la realidad. Entonces lo ves todo claro.

Le preguntaron a un maestro oriental sus discípulos: «¿Qué te ha proporcionado la iluminación?» Y contestó: «Primero tenía depresión y ahora sigo con la misma depresión, pero la diferencia está en que ahora no me molesta la depresión.»

Estar despierto es aceptarlo todo, no como ley, ni como sacrificio, ni como esfuerzo, sino por iluminación. Aceptarlo todo porque lo ves claro y ya nada ni nadie te puede engañar. Es despertar a la luz. El dolor existe, y el sufrimiento sólo surge cuando te resistes al dolor. Si tú aceptas el dolor, el sufrimiento no existe. El dolor no es inaguantable, porque tiene un sentido comprensible en donde se remansa. Lo inaguantable es tener el cuerpo aquí y la mente en el pasado o en el futuro.

Lo insoportable es querer distorsionar la realidad, que es inamovible. Eso sí que es insoportable. Es una lucha inútil como es inútil su resultado: el sufrimiento. No se puede luchar por lo que no existe.

No hay que buscar la felicidad en donde no está, ni tomar la vida por lo que no es vida, porque entonces estaremos creando un sufrimiento que sólo es el resultado de nuestra ceguera y, con él, el desasosiego, la congoja, el miedo, la inseguridad… Nada de esto existe sino en nuestra mente dormida. Cuando despertemos, se acabó.

IMPORTA LA VIDA

El ir contra la realidad, haciendo problemas de las cosas, es creer que tú importas, y lo cierto es que tú, como personaje individual, no importas nada. Ni tú, ni tus decisiones ni acciones importan en el desarrollo de la vida; es la vida la que importa y ella sigue su curso. Sólo cuando comprendes esto y te acoplas a la unidad, tu vida cobra sentido. Y esto queda muy claro en el Evangelio. ¿Importaron todas las transgresiones y desobediencias para la historia de la salvación? ¿Importa si yo asesino a un hombre? ¿Importó el que asesinaran a Jesucristo? Los que lo asesinaron creían estar haciendo un acto bueno, de justicia, y lo hicieron después de mucho discernimiento.

Jesús era portador de la luz y por ello predicaba las cosas más raras y contrarias al judaísmo, a sus creencias e interpretaciones religiosas: hablaba con las mujeres, comía con los ladrones y prostitutas. Pero, además, interpretaba la Ley en profundidad, saltándose las reglas y sus formas. Los sabios y los poderosos tenían que eliminarlo. ¿Podía ser de otra manera? Era necesario que muriera así, asesinado y no enfermo de vejez. Cuentan que un rey godo se emocionó al oír el relato de Jesús y dijo: «¡De estar yo allí, no lo hubieran matado!» ¿Lo creemos así, como ese rey godo? Dormimos.

La muerte de Jesús descubre la realidad en una sociedad que está dormida y, por ello, su muerte es la luz. Es el grito para que despertemos.

Sobre Anthony de Melo

A mediados de 1987, el jesuita indio Anthony de Mello, gran autor de libros espirituales (“El canto del pájaro”, “El manantial”, “Sadhana”, ¿Quién puede hacer que amanezca?, “La oración de la rana”) fallece en Nueva York a los 56 años.

El padre de Mello se hizo famoso por sus cursos, ejercicios y conferencias sobre liberación interior. Toda su obra estuvo dirigida a lograr una síntesis entre la espiritualidad de Oriente y la de Occidente, en beneficio de la libertad y la realización total de la persona. Despertar a estas posibilidades era el objetivo de sus antologías de cuentos, tomados tanto de la tradición cristiana como de la budista y la sufí, sin ocultar nunca su predilección por Jesús.

Hacia la época de su muerte, Tony de Mello iba a dar un curso de autoliberación interior en Madrid. Este propósito no pudo cumplirse, pero su palabra clara y potente lo ha sobrevivido y llega hasta nosotros en una transcripción que hiciera una de sus alumnas del curso que impartió en Barcelona en agosto de 1986.

De Mello, síntesis también él de psicólogo y teólogo, en su deseo de llegar a las raíces de las personas, hace planteamientos verdaderamente radicales. Sin embargo, se debe tener en cuenta que su trabajo de conciliación de espiritualidades y la validez de su acción pastoral vienen refrendados por numerosos testimonios de todo el mundo y, desde luego, por el extraordinario éxito de sus libros.

En efecto, lo que aquí propone el padre de Mello puede parecer heterodoxo y cuestionable (él mismo reitera que se debe cuestionar todo), pero tiene muchos puntos de contacto con los maestros más destacados de nuestra historia y nuestra tradición. Se trata de la profundización en la propia vida, para liberarse de las cadenas interiores que nos impiden vivir intensamente. A veces, hasta la misma religión, mal entendida, es fuente de trabas psicológicas para vivir la libertad interior que nos aleje de los intensos dolores y las extensas depresiones que caracterizan al mundo moderno.

Publicamos este texto, revisado y ampliado, con la intención de proporcionar un material valiosísimo para la reflexión y, por qué no, la discusión, en la certeza de que todo lo que contribuya a tales actividades, eminentemente formativas, contribuirá también al crecimiento vital y espiritual del lector.

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